Galicia asalta las Olimpiadas de Tokio 2020 con récord de participación y con la ambición de sumar más metales a su historial. La comunidad nunca había alcanzado la veintena de deportistas en unos Juegos Olímpicos. Lo había rozado en Barcelona 92 y en Sydney 2000 cuando se quedó en dieciocho representantes. Pero el arreón de las últimas semanas (con las llamadas en los deportes de equipo de Iván Villar y los hermanos Abalde) ha permitido alcanzar la veintena de participantes (veintiuno si añadimos al boxeador cubano Enmanuel Reyes que se afincó en A Coruña tras abandonar su país de nacimiento).

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Ellos serán los encargados de aumentar el número de medallas ganadas por los gallegos a lo largo de la historia (18). Y hay fundadas esperanzas de que ese número crezca de forma importante porque en la relación de deportistas al menos la mitad acuden con fundadas y sólidas esperanzas de subirse al podio en Tokio.

La primera opción de medalla llegará ya este primer domingo de competición, con el triatleta Javier Gómez Noya. El ferrolano vivirá a sus 38 años su tercera experiencia olímpica después de Pekín 2008 y Londres 2012. Se perdió la cita de Río de Janeiro por una lesión y en Tokio piensa reafirmar su condición de leyenda del triatlón mundial. Cinco mundiales en la distancia olímpica y su versatilidad avalan a un deportista a quien la plata en Londres no hace la justicia que seguramente merecía por su trayectoria. Acaba de terminar en México el último tramo de su preparación para una carrera que se anuncia agónica.

A principios de la semana comenzará la competición en vela, con opciones de metal por ejemplo para el vigués Nico Rodríguez, y el próximo viernes saltarán a la pista de atletismo bazas como las de Ana Peleteiro, Belén Toimil y Adrián Ben. Por el medio irán compitiendo los gallegos alistados en los equipos de balonmano, baloncesto y fútbol.