Opinión | Crónicas galantes

Canciones de despecho y maldecir

Dos genios del marketing —una más que el otro— atraen en estos días la atención del mundo, con el mérito añadido de hacerlo en español, que es lengua normalmente subordinada al inglés. La cantante Shakira y el futbolista Piqué compiten en la promoción muy exitosa de marcas de coches y relojes, aunque en realidad se trate de una reedición de las viejas cantigas de escarnio que popularizaron hace siglos los trovadores galaicoportugueses.

El arte de maldecir en canciones lo practicó mucho antes que la colombiana el rey Alfonso X, que por algo gastaba fama de sabio.

Probablemente despechado por una dama que no atendía a sus requerimientos amorosos, el monarca no vaciló en subrayar los problemas de esta con los gases. “No quiero mujer fea”, escribió Alfonso, “que se tire pedos delante de mi puerta”. “No quiero yo doncella fea, ni peluda como un perro, ni que apeste como hierba hedionda”, añadía el amante contrariado.

Poco tiene que ver, desde luego, esta furia verbal con los módicos reproches que Shakira le hace a Piqué por haberla engañado con una doncella más joven.

Hay una clara diferencia de estilo entre el juglar Alfonso y la cantautora; pero más allá de eso Shakira se limita a sermonear a su ex con argumentos de orden comercial y financiero. “Te creíste que me heriste y me volviste más dura”, dice Shakira en ripios dolorosos al oído, antes de agregar que “las mujeres ya no lloran: las mujeres facturan”. E incluso declaran lo facturado a Hacienda.

Ya metida en asuntos de facturación, la cantante presume de valer por dos doncellas de 22 años, para reprocharle de seguido al pobre Piqué que tuviese el mal gusto de cambiar un Ferrari por un Renault Twingo y un Rolex por un Casio. Como es natural, las marcas ofendidas en la comparación no tardaron ni un minuto en aprovecharla para promocionarse en las redes sociales.

Buena parte del feminismo ha tomado partido por Shakira en esta contienda más comercial que amorosa; y quizá no le falten argumentos. La costumbre de hacer escarnio de la pareja o expareja era, hasta no hace mucho, dominio propio de varones. La novedad, en cierto modo revolucionaria, es que ahora la practiquen las mujeres.

Ese papel pionero no le corresponde, sin embargo, a la cantante colombiana que tanto éxito de público e incluso de crítica está obteniendo en los últimos días.

En realidad, la patente del género de canciones de despecho tiene su moderno copyright en México, país de mujeres bravas que desde hace ya bastantes años le cantan las cuarenta y lo que haga falta a los machos que puedan defraudarlas.

Ahí estuvo, para constatarlo, la voz aguardentosa de Chavela Vargas, capaz de convertir su Fallaste, corazón en uno de los más famosos temas de reproche al antiguo amado. “Maldito corazón, me alegro de que ahora sufras, que llores y te humilles”, decía en ácida estrofa que solo recordarán, ciertamente, los veteranos.

Más reciente aún es Rata de dos patas de la también mexicana Paquita la del Barrio, que tachaba de rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida y adefesio mal hecho al hombre que la había hecho sufrir.

Por mera comparación, lo de Shakira es un pellizquito de monja. Hasta Alfonso X era más corrosivo antaño que las autoproclamadas lobas de hogaño.

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