De la España vacía a la mesa electoral descompuesta

Juan Carlos Herrero

Hay quien emplea la gnosis con tal de librar los designios de la Junta Electoral de Zona que asignan ser miembro —o miembra— de una mesa electoral en plena canícula de julio.

¡Ay, los hervores!

¡Qué mal planificado está este honor de servir a los demás!

Deberíamos constituir un Frente Nacional de Excusados, el “F.N.E.”, para sustituir a todo ciudadano que renuncie a la membresía de mesa electoral alegando derretimiento.

Viendo las excusas más ingeniosas, las juntas electorales acabarán llamando al cobrador del frac que te lleve una “Orden de alejamiento” de playas, montes y piscinas obligando acudir a las mesas electorales por aburrimiento o vergüenza ajena más bien.

Acaban colando la citación por la ventana mediante un dron.

La Junta Electoral Central debería rebajar su ortodoxia punitiva, esa obligación de acudir a las mesas electorales, cambiando el rechazo por orgullo ciudadano de servicios a la comunidad:

—¡Vote!

¿Habrá expresión más auténtica y democrática?

Pues eso. Que el ayuntamiento de turno iguale la cuantía de dietas en proporción al concejal que asiste a una comisión, la misma para una membresía.

Además, el ayuntamiento concederá la medalla al mérito civil con varias categorías, dependiendo la temperatura del día.

No es lo mismo empaquetar una membresía con veinticuatro grados centígrados que una de cuarenta a la sombra.

A partir de treinta grados te corresponderá la “Medalla al sufrimiento por el ayuntamiento”, nada de patrias, que luego hay malos entendidos.