¿Quién gobierna?

Óscar R. Buznegro

Óscar R. Buznegro

El resultado de las elecciones ha cambiado el panorama político de España, aunque sin provocar un vuelco. El Partido Popular ha obtenido una gran victoria pírrica. Con un liderazgo de Feijóo algo desdibujado, un discurso poco definido y escasa presencia en el tramo final de la campaña, ha obtenido un triunfo meritorio, pero por debajo de las expectativas y es probable que insuficiente para gobernar. El PSOE ha cosechado una derrota dulce. La diferencia respecto al PP es mínima, de un punto, y tiene la posibilidad, no obstante más bien remota, de seguir en el gobierno. Vox ha sufrido un fuerte retroceso y queda emparejado con Sumar, que fio su suerte a la continuidad de la coalición con el PSOE y se enfrenta a un futuro incierto. Sobresale la pérdida de apoyo electoral de los partidos nacionalistas. En el caso de ERC supone una debacle y la reducción a la mitad de su grupo parlamentario. La excepción entre estos partidos es Bildu, que aventajó al PNV en decenas de miles de votos. En resumen, la tendencia al bipartidismo que se ha manifestado de nuevo en el electorado español va produciendo sus efectos, cierto es que lentamente. La izquierda y la derecha han empatado, con el PP y el PSOE destacados, cada uno al frente de su respectivo bloque.

En una democracia, la respuesta a la cuestión de quién gobierna está en las elecciones, un procedimiento inventado precisamente con esa finalidad. Y esta es la pregunta que ahora todos nos hacemos. Cualquier combinación pasa por la decisión que tomen los partidos nacionalistas, cuyo apoyo electoral ha quedado erosionado y que deberán competir en unas elecciones autonómicas en Cataluña y el País Vasco, ya cercanas. El PP tendría que contar con el PNV, que pone como condición la exclusión de Vox. El PSOE podría reconstruir la mayoría parlamentaria que ha sostenido al gobierno de coalición, a expensas de obtener el permiso de Junts. Sería la primera vez que el partido ganador de las elecciones no gobernara y formara gobierno el partido derrotado en las urnas. Las dificultades de ambas opciones, en todo caso, son evidentes.

Cobra vigencia en esta circunstancia la oferta de Feijóo a Pedro Sánchez. El PSOE facilitaría la investidura de Feijóo y ejercería la oposición dispuesto a pactar las políticas más importantes con el PP. El clima político y la postura del PSOE no son favorables a esta solución. Pero entonces, descartada la gran coalición, a la luz de los resultados del domingo y vistos los inconvenientes de todas las fórmulas posibles, si no cambia la actitud de los dos partidos mayores, será inevitable la convocatoria de nuevas elecciones. Como en 2016 y en 2019. Cada partido deberá analizar su resultado y extraer conclusiones. Los electores, también.