Los fueros de Sobrarbe

Juan Carlos Herrero

Juan Carlos Herrero

No tiene nada que ver con Aragonés, de la Generalidad, pero es casualidad que estos fueros históricamente deriven en el reino de Aragón.

La prístina jurisprudencia, ley en definitiva, también es réplica del actual interregno, gobierno en funciones, que parece emular aquella característica adhocrática con la que se improvisan los avisos a navegantes, en particular a quienes son patrón de embarcación nacional, jefes de gobierno en definitiva.

Antes de los estados existían los concejos, había que normalizar.

Antiguas máximas, las de Sobrarbe ya advierten en el medievo de motines en caso que el capitán del barco se salte a la torera lo pactado, siendo que el sexto de esos fueros viene al pelo. El sexto: “Si contra los fueros o libertades llegara a tiranizar el reino —se refiere al que gobernaba en ese tiempo— quedase el pueblo en libertad para elegir a otro, siquiera fuese pagano”. Es literal la letra pequeña.

Lo de los fueros da para mucho. Léase el estiramiento del nuestro, el constitucional argumentando ante la Unión Europea que el papel lo aguanta todo.

¡Vaya, que el que retuerce el fuero no es el Gobierno sino la Cámara baja! En términos jurisprudenciales-fueristas, un eufemismo en toda regla.

De aquellos fueros a la jurisconsulta de a “ver quién legisla el último” podemos deducir los principales brocardos jurídicos o máximas que se deben respetar, visto el principal fuero, el sexto.

El tercer fuero es el que ataba corto las desigualdades, a saber: “Cuando las deudas de una parte del reino excusaras, hazlo con el resto”.

Y así sucesivamente. Obligan los fueros de Sobrarbe a no legislar sin oír el dictamen de la representación territorial de la época, al pueblo.

No debemos caer en la tentación de enfrentamientos, al contrario seguir la máxima exponencial y biológico-nacional que, aun superada la investidura, nuestra flota de barcos casi nunca contó con los elementos, máxime con un cambio climático tan evidente.

Debemos demostrar la madurez y sobre todo que reine la paz.

La Justicia es lenta, pero siempre responde. Démonos tiempo.

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