Opinión | LA PELOTA NO SE MANCHA

Lucas está en su salsa

Lucas ante el Lugo

Lucas ante el Lugo / Carlos Pardellas

A Lucas siempre le ha gustado ser el rey de la pista y ahora su cancha es Riazor. Se le resistió mucho tiempo. Alguna vez tuvo que emigrar porque no le quisieron y otras porque se presentaban oportunidades irrechazables. Su aquí y ahora es la casa del deportivismo, su hogar, en el que lleva semanas estando en su salsa. Hoy más que nunca. Pelea, protesta, asiste, golea, machaca el palo. Él lo hace todo. Lo bueno, lo menos bueno. Da igual. Él manda, lleva el partido hasta donde sea. O lo enciende o lo cierra. Patas arriba. Se lo está pasando mejor que nunca y, aunque al niño Lucas cualquier partido en Riazor le hubiera llenado, también lo ha pasado mal en este tiempo. No goleaba, se frustraba, el Dépor no arrancaba. Ahora todo es diferente y no hay nadie que lo esté disfrutando más. Él regresó al Deportivo la última vez para llevar ese escudo al pecho y para estar a flor de piel, para sentir al máximo cada balón que peleaba, cada protesta a un colegiado, cada asistencia... Y se está hinchando. No le caben el deportivismo y ese momento dulce en el pecho.

Y a casi ningún aficionado blanquiazul. Ese fuego que guía ahora al Dépor se forja en las malas y cristaliza en las buenas. Está en el equipo, está en la grada. Algo muy raro tiene que pasar para que esos futbolistas que llevan tiempo en “la misma trinchera”, como diría Idiakez, se quiten las pinturas de la guerra, para que la autocomplacencia se instale en el vestuario. Han sido tan desagradables las malas que no se lo pueden permitir.

Queda declarado el estado de felicidad en el Dépor, en A Coruña, que no está reñido ni mucho menos con el hambre. Siete victorias seguidas y el Dépor parece que está en el primer plato de su banquete. Lucas y todos los que están en ese vestuario han venido al Dépor para ascender, pero no es un mal aperitivo este liderato. Hace dos meses estaba a diez puntos, ahora tienen el retrovisor a rebosar. A disfrutar.

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