Opinión | Shikamoo, construir en positivo

El mundo no se puede permitir retrasos, indecisión ni medidas a medias

¡Salud, queridos y queridas! Nueva oportunidad de vernos, tanto en el periódico como en la red, y un nuevo día que nos acoge y nos mima, cada uno en su momento vital único e intransferible. Ojalá que estén ustedes fenomenal, y que estas líneas puedan servir en ese ejercicio tan de cada quien de buscar su posición sobre mil y un temas, en un contexto de creación de ciudadanía crítica y responsable. Y hoy es uno de esos días donde el tema casi viene marcado por la agenda, al margen de una actualidad trufada de cuestiones que también merecerían un análisis, y de las que ya hablaremos. Pero para este artículo, escrito ayer 26 de marzo, en una nueva edición del Día Mundial del Clima, no había mucha más elección… Por eso, hoy, clima… Pasen y vean…

No voy a glosar ahora todos y cada uno de los motivos por los que hablar de clima es urgente, importante y hasta crítico. ¿Qué vamos a decir que no se haya dicho ya? Son muchas las referencias a ello, y aquí mismo hemos ido exponiendo muchas de esas razones en los últimos años. Lo cierto es que la alteración sobre el clima global y sus fenómenos asociados es cada vez más patente, a velocidad más trepidante. Y esto, que se ha descrito sin ambages como una consecuencia de la actividad humana, está afectándonos ya desde muchos puntos de vista. En el caso de la Península Ibérica, por ceñirnos un poco a nuestro entorno, es también evidente el panorama que empieza a dibujarse de forma nítida, con una mayor desertización de su mitad sur, unos eventos climáticos mucho más potentes a partir de la presencia de más energía en la atmósfera ligada a la temperatura del aire, y un paso paulatino de un patrón de cuatro estaciones, con transiciones más suaves, a algo parecido a un sistema de dos, con una mayor exacerbación de los meteoros propios de cada una de ellas. Una pauta que ya es el resultado del cambio gestado en los últimos años, pero sobre la que quizá aún pueda incidirse con medidas climáticas contundentes, claras, coordinadas, decididas e… inmediatas.

Este es el contexto en el que António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, se expresa en los términos del título de este artículo. Afirma que el mundo no se puede permitir retrasos, indecisión ni medidas a medias en la necesidad de abordar dicha acción coordinada para limitar y mitigar el impacto del cambio climático, y para aspirar a un mejor futuro en tal temática, que inmediatamente implicará tal mejor situación a todos los niveles. Pero cuando el Secretario General habla así, lo hace como respuesta a lo que realmente se está dando: medidas tímidas, muy ligadas al interés económico de los más poderosos y un eterno bucle dilatorio que está implicando perder meses, años y décadas, cargadas de verborrea pero muy poco efectivas a la hora de poner sobre la mesa palancas reales para revertir lo que hoy es una realidad.

Y es en esa situación en la que celebramos esta edición del Día del Clima. Como decía un amigo mío, muy gráfico ante momentos así, “mucho lirili y poco larala”. Porque, con frecuencia, son los zorros los que cuidan de los gallineros climáticos. Y, así, ya se sabe… Hay muchas buenas palabras, una colección de mantras que todo el mundo usa en determinados foros, pero poca concreción y mucho retraso. “Que si en 2050 estará no sé qué…”, “que si hay que analizar la proyección temporal futura de no sé cuánto…” y planteamientos similares... Pero seguimos anclados en esquemas globales de producción incompatibles con la cuestión climática, seguimos congratulándonos cuando cinco o seis cruceros altamente contaminantes coinciden en nuestra bahía, incitando a un consumo exagerado muy por encima de las posibilidades reales del planeta, proponiendo el turismo a tutiplén como revulsivo estrella de la economía, practicando guerras cruentas que también son de enorme impacto para el planeta y conformando la sociedad con arreglo a tales cánones… Un despropósito climático que, de seguir así, aumentará aún más un panorama más complejo, en el que todos saldremos perdiendo… Y, sobre todo, los que nos sucedan en esto del vivir, que cada vez es más complejo…

Les propongo reflexionar sobre ello en estos días, porque es importante empezar a plantear los mimbres para una sociedad netamente diferente, mucho más respetuosa con el planeta y, por ende, con el clima, más serena y más ambiciosa en lo esencial y menos interesada en el alboroto y la algarabía, en lo circunstancial y lo pasajero... Nos va la vida en ello, en términos de sostenibilidad y capacidad real de desarrollo. Y es que el clima, queridos y queridas, lo es todo en términos de su impacto en la vida…