La gallega Alba Rozas, de 24 años y titulada en Enfermería, se fue a Alemania en febrero de 2013, a Colonia, en concreto. Se marchó en un grupo, ocho compañeros enfermeros en total y de distintas comunidades. En este caso, todos continúan en los puestos prometidos: Rozas, por ejemplo, está en UCI Cardíaca.

En febrero del año pasado dejaron España pero hasta agosto no se pusieron a trabajar en el hospital. Los primeros meses eran para aprender alemán, como les habían ofrecido antes de decidirse a marchar. Se sacaron el B1 y a partir de ahí lograron empezar en el hospital: algunos en urgencias, otros en UCI de Traumatología y Cirugía y, en el caso de Rozas, en UCI centrada en dolencias del corazón. A partir de ahí el sistema plantea seis meses para probar la valía del trabajador y, transcurrido ese plazo, "contrato indefinido".

Es el caso de esta joven enfermera compostelana, que viaja a Galicia cuando tiene unos días y en verano también pudo arañar tiempo para estar con su familia y amigos. "El alemán es difícil pero ahora ya tengo más nivel que al principio. Te acostumbras en el hospital a un determinado lenguaje técnico que utilizas todos los días, en la rutina de tu departamento", explica Alba. Los turnos en el hospital en el que trabaja son de 8 horas diarias: "Nos respetan todas las vacaciones y el salario acordado al principio en España".

Continúa con el grupo de enfermeros con el que inició esta aventura: "Son como mi familia, vivimos todos en el mismo edificio, en apartamentos separados". Es consciente de que no todos los que se fueron a Alemania tuvieron su suerte. "No sé lo que ha pasado, si son agencias puntuales o qué pasa. A una compañera mía le pasó. Yo aconsejo a los que vengan que miren bien lo que firman, la letra pequeña, yo estoy feliz", señala.