La pandemia de coronavirus ha disparado el uso de antibióticos en los hospitales españoles. Solo en marzo, la utilización de estos fármacos aumentó un 11,5%, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid que revela que siete medicamentos de este tipo registraron récord de consumo en ese primer mes de azote del coronavirus y alerta del riesgo de que este incremento aumente las resistencias a los antibióticos, considerado el mayor problema sanitario de la humanidad para la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta que llegó el COVID. El Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) no es ajeno a esta tendencia. Si entre marzo y mayo de 2019 registraban 113 dosis diarias definidas por cada cien estancias, en el mismo periodo de este año fueron 142 dosis diarias, es decir, un 25% más.

El estudio de la Complutense, publicado en la revista de la Sociedad Europea de Microbiología y Enfermedades Infecciosas, alerta de que nunca antes se habían registrado consumos tan altos de ciertos antibióticos. Es el caso de la acitromicina cuyo uso aumentó un 400%, pero también se disparó la prescripción hospitalaria de doxiciclina (+517%), cefditoren (261%), ceftriaxona (204%), colistina (145%) o linezolid (189%), entre otros. La comparación anual —entre los meses de marzo, abril y mayo— que se realizó en el Chuac demuestra, sin embargo, que en este centro el incremento en el uso de antibióticos se debe principalmente a dos fármacos concretos que se utilizan en infecciones respiratorias. “Solo en esos dos casos el uso se multiplicó por dos y por cuatro, en el resto de familias hay subidas o bajadas pero dentro de lo normal”, explica el farmacéutico José María Gutiérrez, del Servicio de Farmacia del Chuac, quien reconoce que el aumento está claramente ligado al coronavirus. “Pese a que los antibióticos no actúan frente a los virus y en principio no deben usarse con ellos, aquí el problema es que el cuadro de los pacientes que ingresan es más complejo. Los pacientes con coronavirus son más susceptibles de presentar una coinfección bacteriana y el problema es que muchas veces es difícil o imposible diferenciar una infección de otra y por ello la decisión médica suele ser tratarlo con antibióticos. Es algo que está justificado”, sostiene.

Pese a que la situación médica de los pacientes COVID lo requiere, los expertos alertan de que este incremento en el consumo de antibióticos puede frenar los avances realizados en los últimos años: entre 2014 y 2019 logró reducirse un 4,8% el uso intrahospitalario de estos fármacos. Muchos países tienen planes destinados a reducir el consumo para hacer frente a un problema sanitario que cada año causa 33.000 muertes en toda Europa: las resistencias a los antibióticos, es decir, debido al mal uso o el abuso de estos fármacos llega un punto en que las bacterias se acostumbran a estos fármacos y ya no responden al tratamiento. Los expertos instan a ser prudentes y responsables al tomar estos medicamentos ya que se prevé que las resistencias sean la principal causa de muerte en 2050.