Del parte de expulsión al palé solidario: voluntariado estudiantil en el Banco de Alimentos de A Coruña

Alumnos coruñeses apartados de forma temporal de sus colegios e institutos invierten el tiempo de sanción en hacer voluntariado en el almacén de la entidad, en Agrela: “Les sirve para aprender que hay otras realidades”

César de la Fuente, en el almacén coruñés del Banco de Alimentos Rías Altas, en el polígono de Agrela, con un alumno al fondo, haciendo labores de voluntariado.

César de la Fuente, en el almacén coruñés del Banco de Alimentos Rías Altas, en el polígono de Agrela, con un alumno al fondo, haciendo labores de voluntariado. / Carlos Pardellas

Con el doble objetivo de “recuperar el valor de la solidaridad” y “reivindicar la utilidad social del voluntariado”, el Banco de Alimentos Rías Altas (Balrial) desarrolla un “proyecto pionero”, por el cual alumnos expulsados de forma temporal de sus colegios e institutos acuden al almacén coruñés de esa entidad, en el polígono de Agrela, para hacer “labores de voluntariado” durante los días que cumplen su sanción. La iniciativa, puesta en marcha por el empeño personal del coordinador de Centros Educativos de Balrial, el profesor jubilado César de la Fuente, con el impulso del AMPA Riazor del IES Eusebio da Guarda y el respaldo de su equipo directivo, echó a andar el curso pasado, “de forma piloto”, con estudiantes de ese instituto, a los que se han unido, este año, compañeros del IES Urbano Lugrís y de los CPR Santo Domingo y Hogar de Santa Margarita, “todos de 14 años en adelante”.

“Hasta la fecha, han pasado por el almacén de Balrial algo más de 70 alumnos que han efectuado labores de voluntariado (una quincena, en estos últimos días), y todos han manifestado que les ha gustado y sus valoraciones han sido positivas”, resalta De la Fuente, profesor jubilado y voluntario “desde 2012” del Banco de Alimentos Rías Altas,quien detalla que el germen de la colaboración de esa entidad con los centros de enseñanza son “las recogidas de alimentos en supermercados y grandes superficies”, en las que el estudiantado coruñés participa “desde hace varios años”. Algo que él mismo propició, convencido de que “hay que abrir esas iniciativas a colegios e institutos”.

Colaboración con la comunidad educativa

“Si es una acción solidaria, ¡qué mejor arma que la educación para convencer!”, resalta el coordinador de Centros Educativos de Balrial, quien, “a partir de ahí”, empezó a pensar en cómo ampliar esa colaboración con la comunidad educativa, a través de un proyecto que permitiese que alumnos expulsados de forma temporal invirtiesen el tiempo de sanción en hacer voluntariado en el almacén de Agrela, “en lugar de estar en sus casas, sin hacer nada”. Pronto encontró en el AMPA Riazor del IES Eusebio da Guarda (con su presidenta, Belén Vaamonde, a la cabeza), y en el equipo directivo de ese instituto, a sus perfectos aliados.

“Los alumnos pueden ser expulsados del instituto un día, dos o tres, por acumulaciones de partes pequeños o por algo un poco más grave. Para los padres, esto supone que, durante ese tiempo, nuestros hijos estén en casa, habitualmente sin hacer nada, ya que nosotros no los podemos controlar porque estamos trabajando. Y, para los propios chavales, implica pasar ese castigo sin sacar ningún aprendizaje de ello”, explica Belén Vaamonde, antes de entrar en los entresijos del proyecto.

Convenio para los centros

“Para estos casos, nuestra AMPA, en principio, había pensado en hacer algo en el propio centro, es decir, que los estudiantes expulsados tuviesen que hacer tareas en el instituto, como limpiar las mesas, ordenar los libros de la biblioteca, ayudar en las clases de los más pequeños... lo que fuese. Intentamos hacerlo así, pero no fue posible. Valoramos, entonces, la opción de hacer algo con la Cocina Económica, por su proximidad al centro, pero vino César de la Fuente, de Balrial, a dar una charla a través del AMPA para explicarnos qué era el Banco de Alimentos y cómo trabajaban, y le planteé nuestra idea. Le pareció estupenda —entre César y yo es siempre todo muy fácil—, y ya nos pusimos a trabajar en ello. Redactamos el convenio que tienen que firmar los colegios e institutos que se quieran adherir al proyecto, y ya fue todo como muy fluido”, destaca la presidenta del AMPA Riazor del IES Eusebio da Guarda.

“A partir de ahí, hablamos con la dirección del instituto porque, obviamente, contamos con su apoyo ya que, cuando expulsan a los alumnos y llaman a las familias, les dan esta opción de ir al almacén de Balrial en lugar de quedarse esos días en casa”, prosigue Vaamonde, quien hace hincapié en que el objetivo del proyecto es que, durante ese tiempo que pasan apartados del centro educativo, los estudiantes “tomen conciencia de que existen otras realidades diferentes a la suya”, puesto que, “a veces, estamos en nuestra zona de confort, pensamos que la vida son las cuatro calles que tenemos alrededor y las cuatro personas con las que nos relacionamos”, pero “es mucho más”. “Si nos quedamos solo en el castigo, los alumnos no aprenden nada. Lo que queremos es que aprendan y adquieran responsabilidades”, reitera.

“Les sorprende que haya tanta necesidad aquí al lado”

Aunque este proyecto colaborativo entre Balrial y centros educativos coruñeses ha empezado a despegar este año, tras la experiencia piloto del curso pasado, el balance de la presidenta del AMPA del instituto Eusebio da Guarda es “muy positivo”. “He podido hablar con algunas alumnas que pasaron por el almacén de Balrial durante su periodo de expulsión del centro educativo, y me consta que les ha servido para darse cuenta de que existen otras realidades y de que, gracias a la labor de entidades como los bancos de alimentos, muchas personas pueden llevarse un plato de comida a la boca todos los días”, desvela Belén Vaamonde, quien asegura que lo que más sorprendió a esas estudiantes “es que haya gente tan necesitada aquí, en la calle de al lado, digamos”.

Aprendizaje

“Y el trabajazo, por supuesto. Todo lo que hacen las entidades de acción social y no se ve, si no es a través de los medios de comunicación o yendo hasta allí a colaborar como voluntario”, refiere, antes de apuntar que, “incluso una madre” le comentó que quería ir con su hija a hacer labores de voluntariado al almacén de Balrial aún sin haber sido expulsada del instituto. “Este proyecto abre la mente a los chavales, igual que cuando han ido a colaborar en la recogida de alimentos en los supermercados (algo que les cuesta un poco más, porque tienen una edad en la que les da corte que puedan verlos sus amigos ‘pidiendo’, aunque no sea para ellos), y les ayuda a aprender mucho de otras personas y sobre sí mismos”, incide.

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