Cuando la ciudad de Santiago se oculta en la noche, Antonio Conde entra a trabajar. Su lugar de trabajo es el protagonista de la ciudad: la Catedral. Su oficio, un tanto peculiar: dar cuerda al mecanismo que pone en marcha el reloj más simbólico de Compostela. Junto al reloj, las campanas y una luz que se enciende solo en Año Santo, convierten a esta torre en la más querida por los santiagueses. Cultura ha licitado las obras de restauración de la Torre del Reloj por 500.000 euros, debido a una serie de "patologías" que hacen necesaria su mejora.

Desde hace ya casi dos décadas, Antonio sube cada noche "sobre doscientas escaleras" de la Torre del reloj de la Catedral, también conocida como Trinidad, para dar cuerda a un mecanismo que lleva funcionando desde 1831. La llegada hasta él resulta complicada, ya que la escalera, con tramos de piedra y madera, se va estrechando con cada peldaño subido. Pero el esfuerzo merece la pena.

En el interior de la torre se esconde una maquinaria de gran precisión que, según Antonio, "é velliña, pero goza de boa salud". Un armario hecho en madera de grandes dimensiones, con cristales a los cuatro lados, encierra todo este mecanismo. Para que los relojes no dejen de marcar la hora, este santiagués de adopción tiene que dar cuerda "cada 24 horas" a través de una enorme manivela que hace que los contrapesos que cuelgan en pisos inferiores suban hasta el centro de la maquinaria.

Como toda maquinaria, el sistema requiere de un mantenimiento. De vez en cuando "es necesario engrasarlo", pero los mayores problemas llegan cuando se produce un cambio de hora, pues los relojes de la torre tienen una peculiaridad: sus agujas no se pueden mover hacia atrás, y es preciso adelantar el reloj once horas.

La parte superior de la maquinaria, "al igual que los coches", dispone de cuatro diferenciales conectados a un eje que atraviesa la fachada y hace girar la aguja de las horas de las cuatro esferas de la torre. Del mecanismo salen también "dos brazos mecánicos" enganchados a dos cuerdas que proceden de pisos superiores. Si uno sigue estas cuerdas, se encontrará con "algo parecido a dos martillos" que golpean, uno a la campana menor que marca los cuartos y las medias, y otro a la gran protagonista de la torre: la famosa campana Berenguela.

Pero este año ese protagonismo de la campana ha sido robado por el punto más alto de la torre. En él brilla intensamente una luz que se enciende solo en Año Santo y en "ocasiones muy puntuales". Muchos se preguntan qué la hace brillar tanto y cuál es su significado. 16 bombillas hacen que esta luz sirva, según la tradición, de referencia para los peregrinos en la búsqueda de la Catedral. Las esferas de los relojes, las campanas y el mecanismo que controla todo esto, sumados a la luz que ilumina este año a los que se acercan a Santiago, hacen de la Trinidad, la torre más contemplada y comentada por los compostelanos y aquellos que se acercan a la ciudad. Por eso muchos envidiarán el trabajo de Conde en la Catedral.