–¡Ah!, no esperaba su llamada, había dado por terminado el día y me iba a patinar.

–¿Patina habitualmente?

–No, habitualmente voy a correr pero como me voy haciendo viejecito y mi artrosis va a más, me he comprado unos patines y hoy los voy a estrenar.

–¿No es un poco temerario?

–No me diga eso, que ya bastante angustiado estoy.

–¿Nunca ha patinado?

–De chavalín, sí. Jugaba en el equipo de hockey María Pita de A Coruña y fuimos campeones de Galicia. Luego, tiré esgrima y fui campeón gallego de florete y espada.

–¿Hablar sin palabras?

–Lo hacemos cada día: en la cola del supermercado, tomando un café o cuando vamos a la oficina. Cuando usted llega al trabajo por la mañana utiliza un lenguaje para expresarse y también un metalenguaje. Los demás se quedarán con su metalenguaje, no con lo que está diciendo. Hay tres tipos de comunicación: informativa, persuasiva y protocolaria. Si el jefe llega y dice ´buenos días´ es una comunicación protocolaria y la gente no le dará importancia, pero si no dice nada o dice ´buenos días´ entre dientes está diciendo ´tú eres un gasto para esta organización´. Si dice ´hola, buenos días, qué tal´ está diciendo ´tú eres una inversión´. Ese metalenguaje es lo que penetra.

–Evidente.

–Si no dices quién eres y cómo eres, los demás lo dirán por ti. Lo que propongo es que lideraremos los procesos de comunicación para enfocarlos a los objetivos que se pretenden. Si quiero tener una buena relación con usted, procuraré no enviarle señales desagradables, es de sentido común. Si no quiero tener ninguna relación, ni si quiera de confrontación, enviaré mensajes vacíos o no enviaré ninguno.

–Ya.

–Hay dos tipos de personas: las que dicen lo que piensan, que no suelen tener muy buena suerte en la vida, y las personas que piensan lo que van a decir, a quien se lo van a decir, cuándo se lo van a decir. Su característica es que son personas que escuchan: escuchan los sentimientos de los demás, las motivaciones, las ilusiones, están pendientes de lo que ocurre a su alrededor: esas son las personas libres.

–Y hay tres tipos de relación.

–De confrontación, de colaboración y de indiferencia. No hay más. Se dan en todos los ámbitos, sin excepción. Yo soy seguidor de un sociólogo canadiense, Erving Goffman, el padre de la microsociología. Partiendo de la pregunta ´¿qué está pasando aquí?´, estudiaba el comportamiento de la gente en los restaurantes, en los ascensores, etcétera. Yo no puedo tener la misma reacción en cualquier circunstancia. No puedo fiarme sólo de lo que quiero sino de lo que quiere la otra persona. Si a mi me gusta una persona, no puedo sujetarla por los hombros y decirle ´¡ámame, ámame!´ Tengo que preguntarme en todo momento qué está pasando aquí.

–¡Uff! encontrarse con usted en el ascensor...

–Eso me decían unos amigos cuando les conté que estaba escribiendo este libro, sin pensar que para mi era también un compromiso: qué impresión estoy dando ahora con mi cuerpo, con mi cabeza, con el pestañeo, el peinado... ¡No!, el peligro son nuestras fantasías, que es lo que los psicólogos llaman compromisos cognitivos prematuros. Mientras hablo con usted me planteo qué estará pensando de mi y enturbio nuestra relación. Ese es el enemigo de la comunicación. Usted notará algo raro, algo que no es coherente, y eso es porque mi enemigo interior me está enviando mensajes: ´¡cuidado con esa mujer!´

–No será para tanto.

–¡Ay!, el enemigo interior no distingue, tiene un nombre de tres letras: ego. Es el peor parásito que podamos llevar encima.

–La postura, la mirada...

–En la cara tenemos muchos músculos pero sólo dos grupos cumplen una función relacionada con nuestra supervivencia: los de masticación y los orbiculares. El resto sólo sirve para expresar sentimientos y funcionan solos. Pretender controlarlos es un disparate porque no obedecen a nuestra acción consciente sino que reflejan un impulso bioquímico de nuestro estado de ánimo. Si soy una buena persona y mis sentimientos son honestos, los reflejaré en mi rostro.

–¿Qué refleja Zapatero?

–No hay un solo Zapatero, yo intensifico claramente a tres. Cuando obtuvo la investidura de presidente del Gobierno recuerde cómo juntaba las yemas de los dedos pulgar e índice de las dos manos, haciendo una ventana triangular, y giraba el cuerpo de izquierda a derecha y pronunciaba una única palabra: ´talante, talante, talante´.

–¿Qué quería decir?

–´Tienen aquí una ventana porque yo estoy atento a las opiniones de todo el mundo, porque tengo talante, mis adversarios políticos no lo tienen, vean lo estupendo que soy, colaboren conmigo´.

–Suena a muy estudiado.

–Para eso trabaja un equipo de muchas personas. Es caro, no es una cosa que podamos contratar mañana por la tarde.

–Y esa ventana se cerró.

–Hace dos años, cuando consideró que tenía arrinconada a la oposición, la palabra ´talante´ desapareció. Cambió los gestos y pasó a poner las manos en paralelo y a moverlas en movimientos verticales, breves y contundentes, y pasó a utilizar la primera persona —´nosotros podemos, nosotros vamos a hacer, voy a hacer, he decidido que´— y a olvidarse del mensaje ´talante´. El nuevo mensaje es: ´tengo el liderazgo, aquí mando yo, no hay rival, soy la estrella y puedo decir lo que quiera´. Y era verdad.

–¿Ese es el Zapatero de hoy?

–¡Nooo! Tú puedes engañar a todo el mundo durante un rato o a una persona toda la vida, pero lo que no puedes es engañar a todos siempre, y la gente se ha dado cuenta. Se han dado cuenta dentro de su partido y fuera de su partido. Por eso está arrinconado. ¿Y qué emite ahora? Apenas se mueve, pega los codos al cuerpo, junta las manitas con los dedos apuntando hacia el suelo, como si fuera un pajarito en una percha y su discurso es vacuo y vacío; ya no hay ni promesas ni justificación del pasado ni estrategia... Ha delegado absolutamente: ´yo no existo´.

–Ahora existe Rubalcaba.

–Claramente.

–¿Y José Blanco?

–Se supera cada día para tener menos miedo del que tiene. Es muy inteligente pero no tiene disposición física para hacer verlo a los demás.

–¿Lo ve inseguro?

–Lo único seguro son los impuestos y la muerte.