-Usted impulsó y dirigió la Facultad de Economía de Santiago, antes de ser también decano en Alcalá de Henares. ¿Cómo eran aquellos primeros tiempos del pensamiento económico gallego?

-Diría que no existía un clima intelectual dominante dirigido al tratamiento de las cuestiones económicas, sino más bien inquietudes dispersas sobre temas como emigración o dependencia financiera. Quizás la idea dominante en los estudios era la visión pesimista de la economía gallega en relación con el resto nacional. Un ejemplo de esta visión puede verse en los libros La marginación de Galicia de Paz Andrade y O atraso económico de Galicia de Beiras.

-Tuvo como alumnos a dos presidentes gallegos, Laxe y Touriño. ¿Cómo los recuerda?

-La Facultad de Económicas de Santiago ha sido un vivero muy fecundo de profesionales que han nutrido a las diversas administraciones públicas. Entre ellos se pueden señalar a los dos expresidentes citados. Yo no tengo un recuerdo particular de su paso por mis asignaturas o por la facultad.

-Fue pionero en el estudio del bienestar en España y sigue siendo uno de los principales expertos. ¿Acabará esta crisis con el concepto occidental de bienestar?

- Evidentemente la crisis económica tan profunda y duradera que padecemos afecta y afectará no al concepto sino a su nivel, al menos mientras no se consigan finalizar los ajustes necesarios para el logro de un nuevo ciclo de prosperidad.

-Galicia siempre estuvo en los índices de bienestar por debajo de la media española. ¿Es la gran asignatura pendiente?

-En la medida que el bienestar es el compendio de los múltiples factores que definen el nivel de vida, el estar situados los índices gallegos por debajo de la media nacional sí que denota un problema serio y un reto a los responsables políticos. Otro aspecto preocupante es que la situación relativa de Galicia frente al resto de las comunidades ha empeorado a lo largo del tiempo, al menos eso es lo que se desprende de un estudio realizado por N. Somarriba y el que esto suscribe. En dicho estudio se analizaba la situación regional en relación con los objetivos fijados por el Consejo Europeo en 2000 para la década siguiente. Según este análisis, Galicia ocupaba el puesto 11 entre las 17 comunidades en 2000 y pasó al puesto 13 en el año 2005.

-¿Cómo afectará la drástica rebaja de la función social de las cajas a una Galicia a la cola en los índices de bienestar?

-Evidentemente tendrá un efecto negativo sobre el bienestar si no se sustituyen esas funciones por otras análogas. De todos modos, en un momento en que las instituciones financieras están en proceso de reorganización y la situación económica es muy delicada, es arriesgado vaticinar qué sucederá.

-¿Nos arrepentiremos en el futuro de un sistema financiero sin cajas en España?

-Esto está en parte contestado en la pregunta anterior. De todos modos, no son deseables unas cajas con la organización actual en que los centros de decisión están en manos, en muchos casos, de personas incompetentes ligadas a la clase política.

-¿Puede aceptar una sociedad a la que se le exigen crecientes sacrificios las millonarias indemnizaciones de exdirectivos de cajas ruinosamente gestionadas?

-Aunque las indemnizaciones son escandalosas, son desgraciadamente legales, y lo que es más grave, se deben a la falta de control de los órganos responsables de la vigilancia de estos temas. Por ello la sociedad tiene pocas defensas salvo el poner en la picota a dichos responsables y a los aprovechados que por pura dignidad deberían devolver todo o parte de lo recibido. Por otra parte, la sociedad debe presionar para que se castigue a los causantes de estos hechos y exigir las modificaciones legales necesarias para evitar que sucedan en el futuro. Creo que es acertada la propuesta de Barroso de obligar a los consejos de administración de los bancos a no recibir ninguna retribución ni pagar a sus accionistas, en el caso de haber acudido a la financiación pública y llevar a la quiebra a la institución que dirigen.

-¿Podría el Banco Pastor salir adelante sin ser absorbido por el Popular?

-El Pastor difícilmente podría subsistir si no tomaba una solución que hiciese viable su continuidad. La solución adoptada creo que ha sido acertada, al llegar a un acuerdo con otra entidad privada, con la aprobación de la mayoría de los accionistas, que son los que arriesgan sus capitales. Y ese acuerdo se hizo, además, sin tener que acudir a la financiación pública. Creo que esta solución fue sin duda la menos mala para Galicia.

-Recorte draconiano del gasto o incentivación del consumo, ¿con qué receta se queda?

-Dadas las condiciones en que se encuentran la mayoría de los países europeos, es muy arriesgado lanzarse a políticas de tipo keynesiano si no se logra previamente corregir los desequilibrios existentes. Ello no significa que se abandonen totalmente los estímulos al consumo, únicamente posibles mediante un crecimiento económico que cree empleo dando paso al círculo virtuoso de mayor recaudación fiscal y mayor demanda de bienes y servicios por el aumento del poder adquisitivo de los nuevos ocupados.

-Los analistas coinciden en que no se permitirá la quiebra de Grecia porque el coste es inasumible para Alemania y Francia. ¿A qué se debe entonces una inacción que nos tiene en la diaria zozobra?

-La principal causa de esta indecisión está en la falta de una verdadera autoridad económica europea. Alcanzar acuerdos que afecten a los distintos intereses de 27 países cada uno de los cuales puede participar en las decisiones no es nada fácil. Por eso va abriéndose camino la idea de modificar el Tratado de la Unión para lograr esa autoridad económica con capacidad de decisión que ahora no existe, ya que el Banco Central Europeo no lo puede hacer sin salirse de lo que lo que prescriben sus estatutos.

-La deuda de Occidente está cada vez más en manos de países emergentes. ¿Dejará de ser Europa primer mundo?

-Si lo de primer mundo se refiere al ámbito económico, creo que Europa ya ha dejado de ser una potencia de primer orden y seguirá por este camino si no se plantea una modificación a fondo de los Tratados de la Unión.