Gracias al 2-0 de ayer, los españoles Marcel Granollers y Marc López afrontarán con tranquilidad su partido de dobles de hoy (14.00 horas) con la mejor pareja del mundo, formada por los hermanos Bob y Mike Bryan. Los precedentes son favorables a los estadounidenses, que ganaron los dos partidos que disputaron este año: 6-1, 4-6 y 12-10 en el Masters 1.000 Toronto y 6-4 y 7-6 (5) en Montecarlo. Puede ser el choque decisivo para decidir las semifinales de la Copa Davis. España está a tiro de piedra.

Si hay un punto en común entre los jugadores de la armada del tenis español en su época dorada es la paciencia. Desde los pioneros del año 2000 (Juan Carlos Ferrero, Albert Costa, Álex Corretja, Carlos Moyá) a los actuales (Rafa Nadal, David Ferrer, Nicolás Almagro), todos están mentalizados para pasarse horas y horas en la pista hasta aburrir a los rivales. Gracias a eso y a la indiscutible calidad de Ferrer y Almagro, España está a las puertas de su novena final de Copa Davis. Sam Querrey y John Isner fueron dos huesos duros de roer y tuvieron opciones de dar emoción a la eliminatoria, pero cedieron el 2-0 tras casi siete horas y cuarto. Lo pudieron comprobar en la megainstalación del parque Hermanos Castro más de diez mil personas que vibraron, sufrieron y celebraron.

A falta de Rafa Nadal, que hubiese sido la guinda para este fin de semana, nadie mejor que David Ferrer. El alicantino es un seguro de vida, como demuestra semana a semana en el circuito y cada vez que se pone la roja. Las estadísticas, al menos en este caso, no mienten. Con el de ayer, Ferrer ha ganado los quince partidos de su carrera en la Copa Davis sobre tierra batida. Poco dado a los guiños mediáticos, David Ferrer es un modelo de regularidad. Da siempre lo máximo y para ganarle, incluso aquellos tenistas claramente superiores, hay que poner toda la carne en el asador.

Pese a llegar con retraso, por sus obligaciones en Nueva York, Ferrer no buscó disculpas. Se bajó del avión, se puso a entrenar y encarriló la eliminatoria con un ejercicio de profesionalidad. Sólo tuvo un pequeño descuido, que le costó el primer set cuando dominaba por 4-2 gracias a una rotura en el primer juego que provocó una sensación engañosa. La gente se imaginó un paseo para el español, pero Querrey demostró por qué está entre los mejores del mundo. Con 5-4 tomó riesgos sobre el saque de Ferrer que, tras salvar un 15-40, acabó cediendo en la tercera bola de set.

En un partido al mejor de cinco, para Ferrer no es un gran problema empezar uno abajo. Volvió a la pista con la determinación de siempre y repitió el inicio de partido con una rotura sobre el saque de Querrey que esta vez confirmó en el séptimo juego para ponerse 5-2 y cerrar con su servicio. Una tendencia que se mantuvo en el tercero tras un comienzo más igualado. Ferrer, uno de los mejores restadores del circuito, no se inmutaba con los cañonazos del norteamericano, hasta el punto de que en el balance global del partido se produjo un curioso empate a ocho aces.

Ferrer resolvió en la cuarta manga con más apuros de lo previsto, tras evitar la rotura con 1-2 y 0-40 y también con el 2-3, gracias a una espectacular jugada en la que el español salvó milagrosamente una dejada y un globo de Querrey, que acabó por encender los ánimos de la afición española.

Por eso, Nicolás Almagro saltó a la pista frente al número uno norteamericano, John Isner, con el viento a favor. Lo aprovechó para llevarse el primer set con relativa tranquilidad, gracias a una rotura en el tercer juego sobre un servicio que, al menos en ese momento, parecía hasta asequible. Almagro parecía mucho más sólido que Isner, el hombre clave en la clasificación estadounidense para las semifinales. Un tenista que demostró que es algo más que un sacador, al anotarse el segundo set tras salvar tres bolas de rotura.

A partir de ese momento, el partido se convirtió en un carrusel de emociones. Isner apretaba con servicios por encima de los 200 kilómetros por hora y Almagro respondía con su estético revés a una mano y derechas cruzadas inalcanzables incluso para un tipo de 2,06. Almagro le devolvió la jugada, ya que tras salvar dos puntos de rotura asaltó el servicio de Isner y cerró el tercer set con 6-3 y el jugador español lanzado.

Isner apagó la euforia local con un cuarto set en el que supo remar a contracorriente, jugando con la ansiedad de Almagro por cerrar el partido. Se refugió en su saque para salvar seis puntos de rotura y, además, fue letal en cuanto el español le dio la más mínima opción, ya que se puso con 5-3 y cerró el set con un juego en blanco.

El quinto set reunió todos los ingredientes que hacen de la Copa Davis una competición apasionante. Almagro pasó su peor momento con 2-2 y dos bolas de break para Isner que salvó para retomar el mando del partido. Isner multiplicó sus aces (hasta 24), pero también los errores no forzados (95), que marcaron la diferencia final. Incluso se salvó en el décimo juego, en el que Almagro desperdició dos tres bolas de partido. Dos después, ya sentenció.