Dio gusto ver vibrar a un casi lleno Palacio de los Deportes de Riazor en los dos últimos partidos del Liceo. La afición coruñesa respondió a la llamada de su equipo para la final liguera frente al Barcelona, con cuatro mil espectadores en la grada, y repitió el sábado contra el Reus en la Liga Europea, cuando más de tres mil desafiaron al temporal para presenciar el encuentro. Una hora antes del inicio del partido, la cola para adquirir las entradas, a precio reducido de dos euros, llegaba más allá de la entrada de la piscina de Riazor. Buena señal. A muchos, pese a la decepción del instante final del duelo contra los azulgrana, les gustó lo que vieron. Un equipo con raíces coruñesas que se deja el alma en la pista y con carácter ganador, contraste evidente con lo que se está sufriendo esta temporada solo unos metros más allá. Lástima que solo queden tres partidos más hasta el final de la temporada, contra el Alcoy el próximo 15 de abril; ante el Igualada el 1 de mayo (entre semana) y frente al Lleida el 20 de mayo. Da igual. Una vez encontrado el camino, no se vuelvan a perder. Únanse a la fiesta verdiblanca.

Y si da gusto comprobar que el Palacio se puede volver a llenar, no es menos satisfactorio que el Liceo por fin se haya puesto las pilas para atraer a todos esos aficionados que en algún momento habían renegado. Porque la afluencia al estadio había caído en picado. Se había tocado fondo. El público es cada vez más exigente, la oferta es amplia y hay que darle más y un motivo para elegir el Liceo por encima de otras alternativas. No tenía que ir muy lejos para comprobarlo. El Básquet Coruña era su mejor ejemplo. La simbiosis entre ambos tiene mucho que decir en este gran salto. Hace ya años que comparten el Palacio de los Deportes de Riazor pero no hay sido hasta este en el que se ha visto que en vez de dividir fuerzas han decidido juntarlas, el paso más lógico y eficaz. Empezando por Sergio Tomé como speaker. Y siguiendo por el intercambio constante de mensajes a través de redes sociales. No son rivales, son compañeros.

Es un destello de esperanza, como decía, que el Liceo empiece a trabajar en facetas que tenía muy descuidadas. Porque en la deportiva nunca hubo problemas. Para mí el Liceo ya ha cumplido. Lo dije después de que se clasificara para la final de la Copa del Rey. Solo queda soñar. Un título sería la guinda del pastel, pero nunca una obligación. La Copa se escapó por un pelo. La OK Liga está a solo dos puntos, aunque sinceramente dudo mucho que el Barcelona vaya a perder ninguno de los siete partidos que quedan hasta final de temporada. Me da la sensación de que ningún equipo se va a querer inmiscuir en la pelea. Queda la Liga Europea. Los verdiblancos acarician la final a cuatro. Tienen una renta de tres goles para la vuelta pero ahora toca un parón de 15 días. Se hará larga la espera.