La Guardia Civil sigue dos cauces durante su investigación: las pruebas materiales y las personales, que forman parte de la información que los agentes recogen desde el momento que se tiene noticia del incendio. Los efectivos trasladados a la zona para buscar pistas sobre el caso indagan sobre antecedentes, factores meteorológicos o testigos. El teniente de la policía judicial de la zona Galicia, Jesús Ponte señala que en Galicia se entiende el uso del fuego como herramienta agrícola y, por tanto, "no se tiene conciencia como delito" y es muy complicado encontrar durante la toma de declaraciones a alguien que sepa o quiera contar lo que sabe del suceso. Por eso, apunta que cuanto más avanza el tiempo más complicado es encontrar pruebas, pero "nunca se desiste ni se abandona el caso". "Intentamos acabar con los incendios forestales o por lo menos reducirlos, aunque no es solo una lucha policial. No solo se investiga para dar con el autor, sino que también son necesarias medidas de prevención", explica Ponte. En este sentido, indica que existe comunicación durante todo el año con todos los agentes cuya actividad tenga que ver con los incendios y coordinación con la Policía Autonómica de la Xunta o grupos ecologistas además de charlas de prevención en los colegios. "No es una mala política vacunar a la población para prevenir que se produzcan fuegos forestales", insiste el teniente de la policía judicial de la zona de Galicia.

Las estadísticas muestran detenidos durante todos los meses del año porque "la investigación de mantiene" y se realizan planes de seguimiento anuales para hacer "autocrítica" e incorporar cualquier técnica amparada por ley. También se realiza un seguimiento de la actividad de los sospechosos a través de la Unidad Permanente contra el Crimen Incendiario (UPCI).

El perfil del incendiario se divide -aclara Jesús Ponte- entre el imprudente que realiza una quema agrícola o ganadera, el pirómano que padece una enfermedad psiquiátrica o siente pasión por el fuego y le gusta ver medios de extinción desplegados, y los incendiarios que prenden fuego con una intención sea ahuyentar animales, repoblar el monte. Se trata de un varón de entre 35 y 50 años con domicilio cerca del lugar del incendio que actúa en solitario. El 60% de los fuegos son imprudencias aunque alguna puede terminar en tragedia.