Sus callos eran tan famosos que venían de toda la comarca a tomarlos y el gran Pucho Boedo acudía los domingos a pedir ración "con pata" a doña Casilda, la cocinera y propietaria del restaurante La Perla de Mera, uno de los locales más míticos del área metropolitana y que cerró a principios de los años ochenta del siglo pasado.

"Era la casa de Coruña en Mera, un centro social donde se casaron muchos coruñeses e incluso hicieron su boda. Venían a Oleiros a comprar un terreno y decían ¿dónde quedamos? en La Perla. Venían también muchos madrileños, el que venía un verano ya repetía siempre. Muchos conocieron a sus parejas en La Perla. Trabajábamos muchísimo, siempre estaba lleno. Eran mis padres, y mis hermanos, cinco, tres mujeres que ayudaban a mi madre en la cocina, camareros...", recuerda Rogelio Suárez Lago, descendiente de los propietarios del famoso local.

"Mis bisabuelos fundaron La Perla pero ya a principios de siglo existía un La Perla. De hecho al principio le llamaron como a mi madre, Casa Casilda. Al principio era un local de todo, como un ultramarinos, con comestibles. Después fue café bar y luego restaurante. Nosotros vivíamos en la planta de arriba y abajo estaba el local. Detrás, los almacenes y la cocina. Yo fui a estudiar a Santiago, administrativo, y al volver me hice gerente de la sala de baile, desde el 70 hasta el 85 u 86", relata Rogelio, nacido a pie de playa en Mera y hoy residente en A Coruña. Sus años de gerente de la pista de baile llevaron a sus amigos a ponerle un apelativo cariñoso que aún utilizan hoy, Perlita.

La pista de baile de La Perla comenzó como un simple "barracón de madera con un organillo" y luego se mejoró, llegaron orquestinas pequeñas, aunque conocidas en toda la comarca como Los Barrales, Los Patolos o Los Claveles.

"Fuimos la primera sala en celebrar los bailes de fin de semana, los sábados, a la americana, decían. Al empezar yo de gerente la entrada creo que eran treinta pesetas la pareja, diez las mujeres y veinte los hombres", recuerda Rogelio. Con los años llegaron a La Perla orquestas tan famosas como Los Players "que cobraban 6.000 pesetas", y también pasaron por allí Los Satélites y Pucho Boedo tanto con Los Trovadores como con Los Tamara.

"Entonces el transporte se hacía en lancha de A Coruña a Mera, en el Júpiter o en el Chelito. Íbamos a A Coruña a comprar al mercado, subíamos a la lancha y si había temporal había que bordear todo San Diego. Luego al desembarcar en el muelle de Mera tenías que esperar a que las olas arrimaran el barco para saltar. El coche vino después, con Eliseo Pita", narra este meracho.

Perlita, en su trabajo como gerente de la sala de baile, vio también los inicios del local como salón para banquetes de boda, entre ellos el suyo propio, en 1971. Sus tías también tenían otra pista de baile cerca de La Perla, que también llevaba nombre de joya, La Esmeralda.

En los fogones siempre estuvo Casilda Lago, su madre, con una mano increíble para la cocina. "Venía mucho la gente a tomar el aperitivo después de bañarse. Pedían algo que hacía mi madre que gustaba muchísimo, las patatas redondas de hacer la carne asada, le espolvoreaba un poco de pimentón por encima...".

Rogelio Suárez recuerda anécdotas de cuando su familia tenía La Perla, como la llegada de "las vedettes, que hacían top less en la playa de Mera y por eso toda la barandilla se llenaba de gente para verlo, era un escándalo". Cuando era niño le quedó grabada una escena: agentes de policía y un hombre esposado, acompañado de su abogado, que entró en La Perla para pedir un paraguas porque llovía y estaban realizando la recreación de unos hechos delictivos. "Un extaxista que tiró el coche por Seixo Branco con su mujer embarazada y su suegra. A la mujer la rescató un barco que salió de Mera, aún con vida, pero murió poco después".

Perlita vio pasar a compañías de revista, a personas famosas de la época como Juanjo Menéndez o Toni Santos. "Eran muy famosos nuestros carnavales, los bailes de disfraces con premios. Traíamos orquestas...", agrega.

En aquellos años de apogeo de La Perla en la comarca coruñesa había un boom de este tipo de salas de baile. Ya estaba El Seijal, el Maxi de Santa Cruz, el Moderno de Sada (la planta de arriba de La Terraza), el Chiquitero en Guísamo y el Rey Brigo en Betanzos, aún en el Liceo. En Oleiros había salones pequeños en zonas como Lorbé, Dorneda, Perillo...

"La Perla cerró en los ochenta. Nos compraron los terrenos para hacer un edificio nuevo de pisos. En la planta baja hay tres bares y el del medio, un bajo nuestro, lo vendimos y pedimos que se llamase La Perla. El edificio también se llama así en su recuerdo. El alcalde llamó a mi madre para que descubriese una placa, debía de ser el año 91 o 92. Luego yo me vine para Coruña, en el 88, me instalé en Os Castros, empecé en la asociación de vecinos y hoy soy el secretario, y también estoy en la comisión de fiestas. En Mera nos queda familia y solemos ir en verano. Mera es sin duda la perla de la ría coruñesa, es el pueblo más bonito de todo el litoral gallego", asegura Rogelio Suárez.