Luis Eduardo Aute se sentó ayer en una de las butacas del cine Alfonsetti para revisionar una de las primeras películas a las que puso partitura, Emilia, parada y fonda. Ana Belén, Paco Rabal y Juan Diego se pasearon por la pantalla de este cine que permanece a oscuras la mayor parte del año. "No había vuelto a ver la película desde su estreno, en 1976", revela este polifacético artista.

El cine ha cambiado mucho desde aquellos tiempos del destape - "para reivindicar en parte y también para olvidar", bromea-, pero la esencia del séptimo arte, como de las restantes, sigue siendo la misma: "Lo importante es tener algo que contar, que es lo que falta", reflexiona al otro lado del teléfono mientras camina por las callejuelas de Betanzos y se sorprende con los lienzos que cuelgan de los balcones de la Ciudad de los Caballeros. "Hay pinturas sorprendentes", alaba y añade: "Nunca había estado en Betanzos, me está encantando",

Pintor, poeta, cantautor, escultor, cineasta..., es imposible etiquetar al artista que centrará esta edición de la Semana Internacional de Cine de Betanzos. "Es el primer homenaje cinematográfico que me hacen y supongo que será el último. No he hecho mucho cine, la verdad", responde con modestia, encantado de poder asistir a la proyección de sus cortometrajes y experimentos cinematográficos en una sala tan emblemática como el Alfonsetti. "Me han dicho que es la más antigua en activo de Europa", destaca.

El cine proyectará durante esta semana sus cortometrajes Minutos después (1969), Chapuza 1 (1971), A flor de piel (1975), o el Muro de las lamentaciones (1986) y su largometraje de animación Un perro llamado dolor. "Fueron cinco años de trabajo en solitario", recuerda este artista, que no duda en referirse al cine como su "pasión frustrada". "Cine, cine, cine, más cine por favor, que todo en la vida es cine y los sueños, cine son" pedía en una de sus canciones más conocidas este mitómano, poco amigo de los corsés. "El género da igual, lo importante es que la película aguante el paso del tiempo", resume.

"Ahora estoy haciendo otra de cuarenta minutos", avanza. Los protagonistas del filme serán giraluna, ese girasol que se desmarcó del resto para girar a su aire, y otros personajes que prefiere no desvelar de momento. También se plantea calzarse otra vez la cámara al hombro y embarcarse en un rodaje:"Puede ser, tengo un par de guiones"

Si algo ha movido su producción cinematográfica, como el resto de su obra, ha sido la curiosidad. Las ganas de experimentar. Y de aprender. Con setenta años, Aute sigue tocando diferentes disciplinas, difuminando sus fronteras: pintando canciones, dibujando películas, recitando lienzos. "Me mueve la curiosidad, aprender a utilizar lenguajes distintos, meterme en terrenos desconocidos, conocer herramientas distintas", explica este artista que se declara "indisciplinado" y que no teme encasillarse: "Si empezase a preocuparme por eso si me encasillaría, lo mejor es no pensarlo, hacer siempre lo que me apetezca".

Los recuerdos de sus rodajes se mueven entre la soledad del trabajo minucioso de director-dibujante, sus trabajos "alimenticios" como compositor de bandas sonoras y la experimentación, aunque también ha participado en grandes producciones, nada menos que en Cleopatra, a las órdenes de Joseph L. Mankiewicz. Como ayudante de dirección le tocó encargarse de las escenas de batallas que se rodaron en Almería, a las órdenes de Andrew Marton, el profesional que rodó, entre otras escenas, la carrera de cuádrigas de Ben-Hur . Al director de clásicos como Eva el desnudo o La condesa descalza apenas lo vio en el rodaje. "Estaba recién casado y se pasaba muchas horas de paseo con su mujer", recuerda. "Fue una experiencia increíble, había miles de extras vestidos de romano en las dunas de Cabo de Gata", relata.

Los tiempos han cambiado mucho desde aquella superproducción. "Estamos en un momento de transición", reflexiona. "Se puede hacer una película con un móvil... Es una revolución, no sabemos dónde irá a parar". Aunque la base, insiste, no varía: "tener algo que contar".