El pleno de Miño arrancó más chascarrillos que acuerdos. Y dejó más que en evidencia la anómala situación política que vive este pequeño ayuntamiento de poco más de cinco mil habitantes que gobierna desde el pasado junio un alcalde, Ricardo Sánchez, que solo obtuvo 234 votos y que fue investido por el PP para evitar que gobernase la lista más votada (PSOE).

La sesión no solo dejó patente la total falta de sintonía entre el regidor y la aplastante oposición (doce ediles frente a uno), sino que evidenció las dificultades de encaje de este insólito escenario político con la maquinaria administrativa.

PSOE y PP unieron fuerzas para limitar las competencias en materia contratación del alcalde, entre las advertencias de la secretaria municipal de las anomalías de varios puntos de la propuesta, especialmente la que defendía inicialmente el PP.

Populares y socialistas apelaban a la necesidad de adoptar medidas extraordinarias dada la situación "totalmente anómala" del Concello. Ambas formaciones le afearon al alcalde, el independiente Ricardo Sánchez, que estaba "solo", "sin gobierno" (como repitió insistentemente el popular Jesús Veiga) y que le correspondía a la oposición, en clara mayoría, marcar las pautas de contratación.

El PP presentó una moción para exigir que todas las contrataciones pasasen por la comisión del pleno. Su petición fue cuestionada por la secretaria municipal, que advirtió a los populares que la comisión era un órgano incompetente para dictaminar aquellos contrataciones que dependían de Alcaldía.

Tras un largo y por momentos confuso debate, el pleno aprobó por unanimidad la propuesta del PSOE de aprobar un modelo y unos pliegos tipo de selección de personal y contratación y que, mientras no se apruebe, todas las contrataciones se sometan a pleno con carácter previo a su inicio.

PSOE y PP unieron también fuerzas para obligar al alcalde a dar cuenta semanalmente de todas sus resoluciones.

Más allá de los acuerdos, la sesión estuvo dominada por los chascarrillos y risas del público y las constantes críticas de la oposición, especialmente del PP, a la "anormal" situación política. El cruce de reproches fue de la mano de más de una confusión sobre las mociones y ruegos y de las dudas de los habilitados nacionales sobre los acuerdos y también de críticas que poco tenían que ver con los asuntos a debate.

Los populares lamentaron nuevamente la falta de "dignidad" del alcalde por no dar un paso atrás. El regidor se mantuvo en sus trece y se limitó a invitar a los grupos a incorporarse a la junta de gobierno o a plantear una moción de censura.