La sociedad Playa Grande de Miño suma otra sentencia más en su contra. La sociedad tiene reconocida por sentencia judicial desde el año 1974 la titularidad de 26,6 hectáreas de terreno al borde del arenal miñense pero tras el deslinde de Costas de 1998 perdió la titularidad. Sus terrenos abarcaban el antiguo campo de fútbol, el aparcamiento arbolado frente a la playa y otros terrenos anexos. La empresa impugnó el deslinde y perdió; luego reclamó que Costas le expropiase todos los terrenos (27.000 metros ya se los quitaron para hacer la autopista), pero el Supremo le negó esta posibilidad en 2013, año en el que otra sentencia, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, le negó otra alternativa, la de obtener una concesión sobre sus terrenos. Ahora el Supremo ha ratificado que no tiene derecho a ella.

El Alto Tribunal señala que no tiene derecho a concesión sobre sus antiguos terrenos (ahora de Costas) porque durante todos estos años los tuvo "sin usos ni aprovechamientos existentes o reconocidos". Playa Grande de Miño afirmó que sí había usos en sus tierras, como el aparcamiento o unas zonas verdes con mesas y bancos de piedra, pero quedó demostrado que todos estos usos no tenían "ningún tipo de licencia o autorización que amparase su legalidad". Los magistrados recuerdan a la sociedad que, tal y como se le reconoció en la sentencia de 2013, sí tiene "derecho preferente" durante sesenta años a obtener las concesiones para nuevos usos y aprovechamientos que se otorguen sobre sus antiguos terrenos. Y de hecho así ha sido porque Costas le dio la concesión de tres chiringuitos en la playa.

Una de las sentencias de 2013 también obligó a la empresa a devolver el terreno donde se ubicaba el campo de fútbol (ya demolido) a Demarcación de Costas, que en 2010 había iniciado el trámite de recuperación de oficio de la posesión de estos terrenos en dominio público marítimo terrestre "indebidamente ocupados" según los magistrados. Ya en 1983 el Supremo tumbó un plan de esta entidad para construir una urbanización de varios pisos en la falda del Monte Piñeiro, el primer intento de urbanizar esta zona.