Desestructuración familiar, falta de control y de límites o poca comunicación subyacen en la mayoría de los casos de alumnos con frecuentes faltas a clase en Culleredo. Por encima de factores como la pertenencia a minorías étnicas, la condición de migrantes o las dificultades cognitivas, los problemas o la poca valoración de los estudios en la familia marcan las conductas de los adolescentes, con frecuencia tendentes al delito. Para tratar de reconducir a los jóvenes, el Concello de Culleredo cuenta con una comisión y un observatorio contra el absentismo, cuya labor ha sido premiada por el Ministerio de Educación y de la Federación de Municipios y Provincias. Más profesores especialistas, un aula con horario y con exigencias más flexibles y la práctica de deporte ayudarían a paliar el fracaso escolar, sostienen los miembros del equipo.

"Hay padres que no se ven con fuerza para hacer que sus hijos se levanten de la cama y vayan a clase. Un chico les decía: '¿Cómo voy a ir a clase todos los días? Iré los jueves o viernes', y los padres no son capaces de imponerse", relata el oficial de la Policía Local que forma pare de la comisión y el observatorio, Julio Suárez, que vigila para detectar faltas, cita a familias y, además, ha desarrollado una aplicación informática para compartir la información. Junto al agente, integran la comisión contra el absentismo la concejal de Educación, Carmen Varela; la psicóloga del área educativa municipal, Nieves García; y la pedagoga del departamento de Benestar Social, Susana López. Entre los cuatro estudian el perfil de cada alumno, con las posibles causas de su comportamiento, y trabajan de forma coordinada para tratar de reorientarlo y frenar conductas negativas y, en algunos casos, delictivas.

Como una suerte de Hermano mayor, las técnicos municipales, la edil y el policía analizan qué estrategia puede resultar más efectiva en cada caso. "Una chica decía que no necesitaba terminar los estudios porque quería ser peluquera. La llevamos a una peluquería y una de las peluqueras le explicó que sin la ESO no la querrían 'ni para barrer'. Al salir de allí ya pensaba de otra forma", cuenta la pedagoga.

El caso de la joven aspirante a peluquera figura entre los más esperanzadores que han pasado por la comisión, que el año pasado entrevistó a 60 alumnos. "Algún estudiante provoca que lo expulsen y poco a poco, deja de asistir", apunta la psicóloga. El equipo explica que, con estos chicos, el éxito no se mide solo en función de si terminan la ESO o no, sino que se buscan más objetivos, como tratar de que recapaciten y cambien su actitud o abandonen comportamientos perjudiciales. Una de las alumnas a las que la comisión citó para acudir a estudiar y hacer tareas en las oficinas municipales llegó con una actitud "muy agresiva", porque "estaba a la defensiva", explica la pedagoga, y relata que "cuando vio que lo que queríamos era ayudarle, se relajó y parecía un angelito".

"Es todo más complicado de lo que parece. Es como una tela de araña con muchas radiales", asegura la concejal de Educación, quien apunta a la adolescencia como un factor clave. "Muchos padres creen que cuando sus hijos son adolescentes ya necesitan que los cuiden menos, y es al contrario", sostiene. De hecho, a los 15 años se concentra la mayor parte del absentismo crónico o el abandono y el 16% de los alumnos de entre 12 y 16 años de Culleredo presentan conductas absentistas, explican.

Los datos son "muy relativos, porque es muy difícil separar unas causas de otras", explica la pedagoga, pero el observatorio ha detectado que el 57% de los casos tienen origen fundamentalmente en causas relacionadas con la familia, el 35% tienen que ver con problemas del alumno, el 7% están relacionados con el centro y el 11%, con el entorno social. De los absentistas registrados por el observatorio, el 14,20% son migrantes y el 21%, de minoría étnica.