Desde Irlanda, Inglaterra, Italia y hasta Japón llegan la mayor parte de los peregrinos que en los últimos meses han pasado una noche en Presedo. El albergue que gestiona el Concello en el trazado del Camino Inglés a su paso por Abegondo atrae a caminantes de todo el mundo, desde Australia hasta Estados Unidos, y ha experimentado en los últimos meses un crecimiento de las pernoctas registradas de "cerca de doble" que el año pasado por estas fechas, según la técnico de Cultura del Concello, Mar Carro.

El mes de mayo cosechó el mejor resultado que recuerdan los responsables del albergue municipal de Presedo, con casi 170 pernoctas en total entre las 16 camas disponibles, más algún peregrino al que se le habilitó una colchoneta en el suelo "para que no tuviera que marcharse a otro sitio aunque estuvieran las plazas completas", explica la responsable del albergue, Mary Rey. "Este mes ya hemos superado esa cifra. Llevamos 180 visitantes", aseguró ayer Rey, al frente del hospedaje desde marzo, quien avanza que de cara al verano se prevé un aumento de visitas.

Estas cifras suponen "cerca del doble" de pernoctas que los registrados en las mismas fechas del año pasado, asegura la técnico de Cultura. Carro confía en que "Abegondo puede ser un punto fuerte del Camino Inglés en un futuro no muy lejano" y destaca el carácter "único en Europa" y el atractivo del proyecto que desarrolla el historiador Alfredo Erias en el Mesón-Museo Xente do Camiño, también en Presedo, centrado en la historia del peregrino en la Edad Media. La técnico celebra los buenos resultados incluso a pesar de la cercanía del hospedaje de Presedo a dos albergues oficiales de la Xunta, uno en Betanzos y otro en Bruma.

El auge del albergue abegondés lleva a la zona del municipio a numerosos viajeros con perfiles, edades, idiomas y culturas muy distintos. "Es una ventana abierta al mundo", asegura Carro. "Mucha gente viene por motivos religiosos y otra, como un reto personal. Hay peregrinos que vienen solos, como varias mujeres mayores que llegaron sin compañía. Y me llamó la atención una mujer de 84 años que hacía el Camino con su hija", cuenta Mary Rey, y asegura la característica en que coinciden todos, con independencia de sus costumbres o procedencia, es la "amabilidad" y la disposición a conocer gente. "Son todos muy amables. Un día vino un señor parisino jubilado, que escribe libros y es profesor de Derecho en Francia, y a los pocos días recibí un libro suyo en agradecimiento por mi trato. Me hizo mucha ilusión", cuenta la responsable del albergue.