El rumbo que ha tomado la popular romería fluvial betanceira preocupa a los vecinos. El Concello porfía desde hace años en recuperar el espíritu original de Os Caneiros, esa singular jira que inspiró a Cunqueiro, Sofía Casanova, Uxío Novoneyra y que suscitó las alabanzas de Emilia Pardo Bazán o médico Rodríguez, entre otros muchos. Con el propósito de recuperar la esencia perdida de este emblemática fiesta y reivindicar la romería "de antaño", el Ayuntamiento ha celebrado un año más Os Caneiros en familia. La embarcación municipal realizó ayer cuatro viajes al pasado y celebró el éxito de participación y el buen ambiente que reinó en la jornada.

¿Pero responde realmente esta jira al origen de la popular romería? El historiador betanceiro Xosé Torres Regueiro publicó en 2001 el artículo Os Caneiros dos inicios, un exhaustivo estudio del germen del festejo en base a crónicas y documentos de la época que más de una curiosidad.

Las crónicas de principios del siglo XIX muestran que desde sus inicios la romería fluvial despertó suspicacias, quejas por la presencia de "gentes cafres" que recibían a pedradas las embarcaciones y también protestas de agrupaciones ecologistas y de los propietarios originarios de los terrenos por el mal estado en que los romeros dejaban el campo tras "los bailes que allí se celebran".

La organización del festejo también propició enfrentamientos plenarios y dudas sobre la legalidad de la compra de los terrenos. Las actas de pleno y las informaciones de la época dejan entrever que el alcalde pudo escriturar a su nombre los terrenos a principios del siglo XIX y que años después, el Ayuntamiento pudo "hermosear el campo" con cargo a una subvención para una "granja agrícola experimental", un extremo que provocó más de un artículo jocoso.

Los reportajes periodísticos de la época ponen de manifiesto que Os Caneiros tardó su tiempo en adquirir ese carácter de romería popular, en la que todos los betanceiros podían disfrutaban de un día de asueto y diversión, independientemente de su clase social. Las familias de clases bajas tenían inicialmente reservado un papel secundario en el festejo, el de admiradores a orillas del río del espectáculo de la procesión fluvial.

Durante los primeros años, la romería fue patrimonio prácticamente exclusivo de la burguesía y la ostentación, motivo de burlas. Los periodistas de entonces laudaban los "salones flotantes" que surcaban el Mandeo, pero también afilaban la pluma contra el desfile de modelos de Os Caneiros. Aunque la ostentación no debía entender de género, las damas burguesas eran el blanco preferido de las burlas. "Vamos a tomarnos la libertad de indicar a las señoritas que la innovación introducida de asistir con sombrero no pega ni con cola, porque es impropio y molesto", recogía un artículo de El Pueblo de 1900. En un tono más jocoso, La Aspiración criticaba "la manía desarrollada por las señoritas de concurrir al idílico festival extraordinariamente compuestas, cual si fuesen a convertir aquel amenísimo lugar en una verdadera exposición de trajes".

El conflicto de clases quedó reflejado en crónicas, como la de 1904 de la que da cuenta Xosé Torres en su estudio. "Los mendigos de todas las edades, trajes y procedimientos formaron legión. Aquello era un asedio tremendo e inaguantable, un zumbar constante de la inmensa nube de desgraciados en torno de todos los grupos, singularmente en los compuestos por forasteros". Esta última apostilla, que insinúa un comportamiento inadecuado de los foráneos, está presente en otros artículos de principios del finales del siglo XVIII, principios del XIX. La primera, que incluye el estudio de Torres data de 1890 y del semanario ¡Ya somos tres!: "no escasearon pedradas a los botes tiradas por gentes cafres que creemos no deben ser hijas de esta población, en la cual brilla la cultura".

Pese a sus recelos, los betanceiros siempre recibieron con los brazos abiertos. Os Caneiros traspasó poco a poco las fronteras y, con el tiempo, la ostentación burguesa decayó y dio paso a la popular romería. El próximo día 18 se celebrará una nueva jira. La diversión ya no es ni por asomo las mismas que reflejaban las crónicas de los primeros tiempos. Un cambio que no tendría que suponer un escollo siempre que convivan las distintas formas de entender la fiesta y todos los romeros disfruten de sus Caneiros.