La circulación en la vía ártabra aún está lejos de corresponderse con las previsiones que el Gobierno gallego hacía durante la construcción de la carretera y al inaugurar su primer tramo en febrero de 2012. Entonces la Xunta tiraba por lo alto y calculaba que 15.000 vehículos diarios circularían por la AG-13. La realidad ofrece unos datos nada próximos a las predicciones: en 2013 la intensidad media diaria de vehículos (IMD) era de 2.369, según las mediciones de la Consellería de Medio Ambiente en el tramo entre el enlace de O Castelo (VG 1.3) y el de Oleiros (AC-527); tres años después la IMD en la misma parte del vial sube a 4.351 coches, casi el doble, aunque todavía el 29% de lo que la Xunta preveía.

El tráfico ha ido creciendo progresivamente en la vía ártabra, aunque la carretera que ya enlaza definitivamente la Nacional VI con Lorbé no atrae tanto como se esperaba y los conductores prefieren el recorrido por otros viales hacia sus puntos de destino. El medidor de O Castelo registró una IMD de 2.369 usuarios en 2013, 2.884 en 2014, 3.660 en 2015 y 4.351 el año pasado. El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, auguraba hace cuatro años que la vía ártabra liberaría el centro de Oleiros de unos 6.500 vehículos, una cifra que continúa sin alcanzarse.

La apertura del último tramo de la AG-13 en abril de este año hasta Lorbé, de 1,1 kilómetros -aunque los conductores llevaban meses circulando por él antes de su inauguración-, debería incrementar el tránsito por la autovía autonómica; la intensidad media diaria de vehículos se conocerá al terminar 2017. En los actos de apertura de los otros dos tramos de la vía ártabra las autoridades compartieron en voz alta los cálculos de circulación del vial, pero en la inauguración oficial del recorrido hasta Lorbé no hubo conselleiros ni alcaldes, ni tampoco pronósticos.

Tras ocho años de obras y 71 millones de euros de inversión, la operatividad y rentabilidad de la vía ártabra está en entredicho. Su rendimiento crecería con la futura conexión con la autopista AP-9 en la zona de A Gándara. La redacción del proyecto fue aprobada por la Xunta en 2014 y hasta el 22 de marzo los vecinos y propietarios de terrenos presentaron alegaciones en el periodo de exposición pública de más de un mes. El enlace con la AP-9 tendrá una extensión de 3,6 kilómetros con una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora y un coste de 37,7 millones. Las obras afectarán a los concellos de Oleiros, Sada y Cambre.