El aumento de los contagios de coronavirus, sobre todo en jóvenes, y las restricciones impuestas por la Xunta para evitar la expansión de la enfermedad hacen que los locales de ocio nocturno de la ciudad no retomen su actividad en bloque y que haya disparidad de opiniones entre los empresarios.

Alguno, como el propietario del Jazz Filloa, Alberto Mella, decidió abrir ya ayer sus puertas con una propuesta de música en directo y con solo veinte clientes por pase, todos ellos sentados, intentando emular la antigua normalidad. A otras salas, como a la Mardi Gras o a Garufa, las cuentas no le salen todavía y prefieren esperar para ver cómo evoluciona la pandemia y a que las restricciones sanitarias sean más laxas para poder sacarle más partido a su actividad. Milagro Day & Night Bar, que tenía previsto reabrir, decidió posponerlo “ante el aumento de la incidencia”. Otros locales se tomaron al pie de la letra lo de poder abrir como pubs ya el 1 de julio y empezaron con su nuevo horario la noche del miércoles al jueves.

A pesar de que la sala Pelícano fue una de las que formaron parte de la prueba piloto de la Xunta, que se realizó el 12 de junio, y en la que se basó la decisión de permitir la reapertura de los negocios de ocio nocturno, el local permanecerá cerrado al menos durante los próximos quince días y es que, según explica uno de los propietarios del negocio, Luis Diz, que es además presidente de la asociación Galicia de Noite, tampoco abrirán los otros locales que el grupo Pelícano tiene en Los Cantones Village, pero sí lo harán las terrazas del Moom. El Grupo Pelícano representa el 70% de la facturación total de los locales de ocio nocturno en la ciudad de A Coruña, según los datos aportados por Diz, ya que cuenta con siete negocios —Amura, Inn, Dux, My, Moom, Brit y Playa Club— además de la sala Pelícano.

Los propietarios de los locales de ocio nocturno consideran que el macrobrote de Mallorca —que ha salpicado a casi todas las provincias de España— ha frenado su reapertura y ha reavivado el “estigma” del sector como foco de contagio, y, por ello desconocen cómo responderán los clientes tras su vuelta a la actividad, si asistirán sin miedo y cumpliendo las medidas o si preferirán esperar a que haya más personas vacunadas para salir de fiesta. Ante esta incertidumbre, algunos locales seguirán cerrados porque les resulta más seguro en estas circunstancias y porque han llegado a acuerdos privados, por ejemplo, con los propietarios de los bajos para no pagar mientras no retomen su actividad.

El hecho de abrir las puertas, contratar personal y comprar mercancía para tener tras las barras sin saber si facturarán lo suficiente como para hacer frente a los gastos, no está, por ahora, en sus planes. Durante estos meses de verano lo tienen incluso peor aquellos locales que carecen de terraza, ya que su horario es hasta las tres —y no hasta las seis de la mañana, tal y como marca la licencia de discotecas— y los clientes estiran al máximo el tiempo que pueden estar al aire libre.

El presidente de la Asociación Provincial de Hostelería, Héctor Cañete, apunta a que algunos empresarios no saben todavía bien qué van a hacer en los próximos días, ya que están esperando a ver cómo les va a los que se han decidido a abrir para comprobar cuál es la respuesta de los clientes en plena escalada de contagios y también si la Xunta impone nuevas restricciones al sector.