A Coruña perdió en 2020 un total de 2.136 habitantes, según los últimos datos del padrón. Detrás de ese bajón hay un factor clave: el coronavirus. Las muertes que ha provocado el COVID-19, los cambios de residencia para dejar atrás la ciudad y vivir en el campo y la actualización del padrón por motivos sanitarios o para evitar multas por las restricciones han sido determinantes para que, a 1 de enero de 2021, la ciudad tuviese 245.468 vecinos, 2.136 menos que un año antes.

Nunca, en los últimos 20 años, A Coruña había perdido tanta población. Solo entre 2013 y 2014 se registró una caída importante, pasando de 245.923 habitantes a 244.810, es decir, 1.113 personas menos. Pero ahora, el bajón es casi el doble que en aquel momento. Destaca, también, que es la primera disminución desde 2015. Durante los últimos cinco años, la ciudad sumaba habitantes. O así lo registra el padrón, pues la socióloga Raquel Martínez Buján, profesora en la Universidade da Coruña, avisa que estos listados “son un registro administrativo y no siempre reflejan la realidad”.

De 2019 a 2020, antes de la pandemia, el padrón se actualizó con 1.893 habitantes más. Y, un año después, la caída es superior a ese número, llegando a los 2.136 vecinos. Los fallecimientos por coronavirus son una de las causas. En 2020, según el Instituto Galego de Estatística, A Coruña registró 2.648 muertes, frente a las 2.459 de 2019, y 1.498 nacimientos, 1.577 un año antes. Por tanto, el saldo vegetativo de 2020 es negativo, con 1.150 fallecimientos más que nacimientos.

Pero, ¿qué más ocurre? Porque el censo revela no solo que A Coruña pierde habitantes, sino que los gana la comarca, con Bergondo y Miño como concellos del área que más han crecido. “Algunas clases sociales han cambiado su estilo de vida, que ya no está tan centrado en la vivienda tradicional urbana sino que buscan una casa unifamiliar con jardín”, explica Martínez Buján, y añade que los nuevos asentamientos se producen “en áreas ricas y desarrolladas económicamente que forman parte del entorno urbano, se consideran zonas rurales por el número de habitantes pero no trabajan la tierra”.

Esa tendencia también se vio en el sector inmobiliario, en el que el alquiler y la compra de casas en las afueras subió a raíz del COVID. De todos modos, la socióloga recuerda que esta situación “se está visualizando ahora por la pandemia, pero ya venía de antes”. Esto denota “un nuevo estilo de vida” que quizá el coronavirus “ha acelerado”. “Sí es cierto que la gente busca más aire libres y más espacio dentro del hogar para posibles confinamientos”, analiza.

A todo ello hay que sumar también la importancia que cobró el padrón durante esta crisis sanitaria. “Antes, podías tener tu médico en A Coruña y vivir en Sada y no te importaba. Ahora sí, porque es importante tenerlo cerca. Así que muchos actualizaron esa fuente de datos”, detalla la socióloga, que indica también que durante el último año y medio “mucha gente se empadronó en segundas viviendas”. Esto fue por las restricciones, pues las autoridades podían multar a aquellos que abandonasen su domicilio. Además, se prohibió desplazarse en fin de semana a segundas residencias. Muchos, durante el confinamiento, optaron por trasladarse e instalarse en esas casas a las afueras, que suelen ser para el verano, pero que les permitían tener más espacio y jardín cuando nadie podía salir a la calle. “Ha sido más importante que nunca tener el padrón actualizado, para tener sanidad cerca, ya sea por atenciones o por vacunas, y para acudir a segundas viviendas”, resume Raquel Martínez Buján.

¿La tendencia se va a mantener? Es una pregunta difícil de responder, pero la profesora de la Universidade da Coruña expone que “la pandemia hace que se valore más ese estilo de vida de ámbito de casa unifamiliar con jardín” ,y que se relaciona, además, “con una determinada clase social”. De momento, esa pérdida de un total de 2.136 habitantes es una de las consecuencias de la pandemia, desde su irrupción hasta enero de 2021.

Más vecinos en el área, más licencias de obra

Lo que refleja el padrón, esa caída de población en A Coruña y el aumento en algunos concellos del área metropolitana, se confirma también con datos de los Ayuntamientos, que han registrado un aumento del número de licencias de construcción de vivienda unifamiliar. Lo cuenta Alejandra Pérez, alcaldesa de Bergondo, una de las áreas que ha experimentado un mayor crecimiento de población, de 6.661 empadronados a 6.817. “Las cifras de crecimiento responden en parte a un interés en asentarse en Bergondo. Ha aumentado el número de licencias de construcción de vivienda unifamiliar”, informa, a la vez que reconoce que el aumento de población se debe también a que hay “personas que se empadronaron en la segunda vivienda que tenían aquí —en Bergondo— por necesidad durante las etapas más restrictivas de la pandemia”. Es una situación que también se ha detectado en Abegondo. El alcalde, José Antonio Santiso, confirma “un incremento notorio en el interés por asentarse en Abegondo, manifestado por el aumento del padrón y por las peticiones de licencias y las consultas urbanísticas recibidas”. Santiso asegura que “muchas personas procedentes de zonas más urbanas buscan una casa con su jardín o finca propia”. Miño ha pasado de 6.277 a 6.423 empadronados. El alcalde Manuel Vázquez Faraldo señala que el COVID “hizo que mucha gente se replantease su modo de vida y optase por trasladarse al rural” . En este pueblo, además, “hay buenas conexiones y tiene una situación geográfica privilegiada”.