La voz de Azzahra Karzazi suena hoy muy distinta a la de este martes, cuando relató a este periódico la difícil situación por la que estaba pasando: tras más de un año sin poder pagar el alquiler, sin ahorros y con una pequeña de 10 años a su cargo, se enfrentaba a un inevitable desahucio que la dejaría a ella y a su hija en una situación muy vulnerable. El final del escudo social que el Gobierno puso en marcha para congelar los desalojos durante la pandemia ponía fecha a su angustia: 28 de febrero, momento a partir del cual los juzgados podrían reactivar su procedimiento y enviar la orden.

Lo que Azzahra no sabía entonces es que su vida iba a cambiar en menos de 24 horas: ayer por la mañana, cuando salió publicada su historia, la joven recibió una llamada de los propietarios de la pizzería Enzo’s, en A Coruña, para ofrecerle trabajo como cocinera. Papeleo mediante, se pondrá ante los fogones la semana que viene. La joven no oculta su emoción y agradecimiento. “Me levanté sin ganas de nada, no tenía ganas de desayunar, pasé la mañana tumbada a oscuras. La llamada fue como un suero de felicidad y de alegría. Se me pasó el dolor de cabeza: me levanté, desayuné, abrí las ventanas...no necesito más que eso”, relata.

Azzahra Karzazi confesaba a este medio que ella, “mujer luchadora”, tenía un objetivo: salir del bache económico y hacerlo por sus propios medios. “No quiero vivir de una ayuda, quiero trabajar y sacar adelante a mi hija”, aseguraba. El nuevo comienzo no puede ser más ilusionante para ella, marroquí de nacimiento, española de nacionalidad y coruñesa de adopción, que confiesa tener ganas aprender y empezar de nuevo tras una temporada devastadora para su ánimo y su salud mental, con una depresión que arrastraba desde hacía meses producto de la delicada situación que atravesaba. “Los dueños del local me enseñaron la cocina y ya me dieron la ropa para trabajar. Empiezo la semana que viene. Solo puedo dar las gracias”, cuenta.

La joven perdió su trabajo como cocinera en marzo de 2020 a consecuencia de las restricciones en hostelería derivadas de la pandemia. Tras meses sin ingresos laborales y de encadenar una serie de prestaciones sociales, Azzahra vivía bajo la sombra del desahucio al tiempo que buscaba alternativas, un horizonte que veía “imposible”. “Sin aval, nómina o el apoyo de un familiar, no hay nada”, explicaba.