Un domingo de abrazos y de lágrimas. De emociones. De empezar una nueva vida muy lejos de casa. Lejos, también, del horror de la guerra. Casi medio centenar de refugiados ucranianos —en su mayoría mujeres y niños— llegaron esta mañana a A Coruña para emprender un nuevo camino. Atrás dejan casas arrasadas por las bombas y noches complicadas en el campo de refugiados de Truskavets. En Rzeszow, en Polonia, se encontraron con unas personas a las que no van a olvidar y que les han acompañado hasta su nuevo destino: los periodistas Marta Otero y Fran Hermida, el fotógrafo Marcos Rodríguez y la psicóloga Cristina Tejedor.

Un autobús financiado por empresarios de A Costa da Morte (Aco Dolmen) y la ayuda de AGA-Ucraína fueron piezas clave de un puzle que ya está completo. Los refugiados ucranianos se reencontraron ayer con sus familias y también con personas que van a abrir sus hogares para acogerlos. Solidaridad que se reparte por A Coruña, Outes, Ordes, Pontevedra o Santiago. En algunos casos, serán sus hogares provisionales mientras no se tramite la protección internacional. Voluntarios y miembros de AGA-Ucraína les ayudarán con el papeleo y los trámites que tienen que hacer para poner su vida en orden.

El autobús los dejó cerca de un mar que ya es parte de su nuevo paisaje. “Parece una ciudad bonita y tranquila”, decían tras ese primer vistazo. Refugiados, familiares y voluntarios compartieron los primeros minutos en el Espazo +60 que Abanca cedió para darles la bienvenida a casa. Los 22 menores olvidaron el cansancio entre pizzas y golosinas. De nuevo, abrazos y lágrimas. En la memoria queda un viaje de 3.000 kilómetros. Ahora llega el momento de crear recuerdos felices.