'Ley trans': El Registro Civil de A Coruña recibe cada semana hasta cuatro solicitudes para cambiar nombre y sexo

Psicólogos de entidades y colectivos perciben un aumento de consultas desde la pandemia E La normativa reduce la transición a un trámite, pero hasta que entre en vigor hacen falta informes médicos y dos años de hormonación

Lola, esta semana en un parque de Os Mallos.   | // VÍCTOR ECHAVE

Lola, esta semana en un parque de Os Mallos. | // VÍCTOR ECHAVE / R. D. Rodríguez

La pandemia por un lado, que en su gravedad alentó también desahogos ante presiones enquistadas, y la tramitación de la ley trans por otro, que recoge la libre autodeterminación de género con la reducción de trabas administrativas, han provocado un aumento de consultas sobre cambios de sexo o género en entidades sociales y colectivos de activismo LGTBI. Psicólogos de esta organizaciones en A Coruña advierten un interés creciente en los últimos dos años, que en ocasiones se traduce en el paso decisivo de acudir al Registro Civil para el cambio en el DNI. Cada semana se producen tres o cuatro solicitudes de este tipo en las instalaciones de la plaza de Vigo, apuntan fuentes del departamento.

Para obtener información sobre la autodeterminación de género en entidades como Alas Coruña o Casco, menores de edad, jóvenes y no tan jóvenes de la ciudad son atendidos cada vez más por sus psicólogos o trabajadores. “Casi todos tienen dudas, y casi todos quieren cambiar de sexo”, resume Juan Bonome, psicólogo general sanitario de Casco, que desde 2019 ha tenido estrecho contacto con una treintena de personas que han iniciado el proceso de transición en el Registro Civil. “Todas las semanas vienen a consultarnos menores acompañados de sus padres y sobre todo jóvenes de entre 18 y 35 años, pero también los hay que superan los 40. Si las leyes son más favorables, la gente se lanza, especialmente a dar el primer paso de cambio de nombre”, explica Ana García Fernández, presidenta de Alas Coruña.

La Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTB, que ha suscitado diferencias y enmiendas entre los partidos políticos y aún debe ser aprobada por el Congreso tras superar el visto bueno del Consejo de Ministros, introduce que una persona trans puede modificar su nombre y su sexo en el Registro Civil mediante un trámite administrativo. Prevé que los menores de 16 a 18 años puedan solicitar la modificación por su cuenta y que los que tienen entre 14 y 16 años tengan la asistencia de sus padres o tutores legales, sin evaluaciones médicas o psicológicas ni tratamiento hormonal; solo en el caso de menores de 12 a 14 años será necesario una aprobación judicial, para la que el magistrado puede requerir las pruebas que crea oportunas.

Hasta ahora y mientras no entra en vigor la ley, para iniciar el tránsito de hombre a mujer o de mujer a hombre a efectos administrativos, sin operaciones quirúrgicas, las personas solicitantes tienen que aportar un informe médico que acredite que han sido diagnosticados de disforia de género, problema psicológico asociado a una discordancia entre la identidad de género y el sexo físico o asignado al nacer, con el que las personas afectadas no se identifican ni sienten como propio. También han de acreditar que llevan dos años de tratamiento hormonal médico para acomodar sus características físicas a la identidad de género Estos requisitos han de ser remitidos a un fiscal, que, si los acepta, los enviará al magistrado del Registro Civil, que resolverá. Cuando este proceso lo lleva a cabo un menor de edad tiene que estar acompañado por padres o tutores. La tramitación se puede alargar cuando, por motivos de empadronamiento, es necesario el intercambio de documentación entre registros de distintas localidades.

“La autodeterminación debe ir acompañada de buenos servicios públicos para disponer de toda la información necesaria sobre los hechos y los procesos. La ley trans contiene reivindicaciones antiguas de los colectivos LGTBI que persiguen que deje de existir la violencia contra los propios colectivos, una violencia que continúa y muchas veces está acompañada de tergiversaciones”, reflexiona la presidenta de Alas.

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