El Barbero de Sevilla, de Covent Garden a Méndez Núñez

Los Cantones Cines retransmiten en directo, ante casi un centenar de asistentes, la ópera bufa representada desde la Royal Opera House de Londres

Los asistentes a la ópera, en la sala de Cantones Cines.   | CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Los asistentes a la ópera, en la sala de Cantones Cines. | CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Marta Otero Mayán

Un cine dentro de un teatro. Fue la impresión de los asistentes que presenciaron, en los Cantones Cines la retransmisión de El barbero de Sevilla, una de las óperas bufas más populares de Gioachino Rossini, que se estaba representando, en riguroso directo, sobre las tablas de la Royal Opera House de Covent Garden, en Londres, con audiencia redoblada: la de las butacas del teatro londinense, y la de la sala seis del cine coruñés, donde cerca de un centenar de amantes de la ópera seguían, a 2000 kilómetros, las peripecias de Fígaro, Rosina y Almaviva. Algunos, confiesan, podrían recitar el libreto de memoria. Otros acuden dispuestos a sorprenderse. El embrujo de la ópera, aunque sea a distancia, funciona con los unos y los otros. Entre las butacas de los Cantones hay todo tipo de perfiles: de los sobradamente iniciados, a los que le cogieron el gustillo a base de acompañar a los primeros. Es el caso de María José, que acude con su hermano religiosamente. “Él lleva años viniendo, aquí y a la temporada lírica de Amigos de la Ópera. Es estupendo, es como una película de Hollywood, muy cinematográfico. No te pierdes nada”, comentan los hermanos.

De Covent Garden a Méndez Núñez | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

De Covent Garden a Méndez Núñez | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Marta Otero Mayán

La experiencia operística no se limita, no obstante, a lo que muestra la pantalla. Los responsables del cine procuran que los asistentes sientan que lo que van a ver no es una película, porque, en efecto, no lo es. Junto a su entrada, obsequian a los asistentes con un programa detallado de lo que va a proyectarse: de la escaleta de la función dividida en actos e intermedios, a la explicación pormenorizada del elenco, dirección, sinopsis y duración de la pieza que se representa simultáneamente en Londres. Y, en el intermedio, una copa de champán y unos ágapes a disposición del público. El precio de la experiencia, 20 euros. La mayoría, aseguran los responsables, repite. “Hoy tenemos sobre 80 personas, pero en Navidad, con producciones como el Cascanueces, llega a haber 150”, comenta el gerente del cine, Ricardo Federico.

De Covent Garden a Méndez Núñez | CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

De Covent Garden a Méndez Núñez | CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Marta Otero Mayán

En esta ocasión, cerca de un centenar ocupó las butacas para ver El barbero de Sevilla, una de las más populares producciones de su género. Allí estaban Rosa Peña y Antonio de María, asiduos a este tipo de proyecciones. Para ellos, supone el poder acceder a un espectáculo de categoría sin tener que desplazarse a otros lugares, como Madrid u Oviedo, donde la programación de este tipo de actividades es más habitual. Y no digamos, ya, a Londres. “Está francamente bien. Te da la oportunidad de ver montajes nuevos de obras clásicas en las que el escenario suele ser muy costoso, ves producciones con la escenografía más moderna, con un escenario que va cambiando en un mismo módulo...”, comentan Rosa y Antonio, que, si tienen que poner una pega, es que este tipo de retransmisiones de eventos no cuenten con más publicidad. Están seguros de que, como a ellos, la magia del directo —o del streaming— cautivaría a cualquiera. “Es impresionante, porque están muy pendientes de que el sonido esté correcto. Creo que debería hablarse más de este tipo de actividades”, valoran. Dan fe quienes abarrotan la sala, en una estampa nada habitual para una proyección que rebasa las tres horas un miércoles laborable entre semana. Algunas, como Conchita Moreno y Matilde, no dejaron de venir ni cuando pesaban sobre las salas de cine las restricciones de la pandemia. Las dos amigas, y una tercera asidua que tuvo que perderse la de esta semana, son ese tipo de personas a las que el tejido cultural de una ciudad debe parte de su supervivencia. “Soy amiga de la Ópera, abonada a la Sinfónica, a la Filarmónica y porque la Banda Municipal no tiene socios, que sino, también”, señala Conchita. Matilde, a su lado, asiente, mientras explica que la ópera en el cine tiene lo mejor de ambos géneros”. Es maravilloso, porque aquí estamos en el escenario. Mejor que en directo, porque te ponen abajo e igual no ves nada. Aquí no pierdes detalle, le ves hasta el galillo a la soprano”, advierte. Su visión queda confirmada con los primeros fotogramas que empiezan a emitirse, con una calidad de imagen y sonido impecables, a las 20.15, tras unos prolegómenos consistentes en entrevistas grabadas al director y a los actores de la pieza y la guía de una presentadora que anima a su audiencia mundial a usar un hashtag, #ROHBarber, para llevar sus impresiones a las redes. De repente, en la pantalla, auspiciado por los músicos del foso, y ayudado por una brillante realización, se abre el telón de la Royal Ópera House londinense. Y en la pantalla de Cantones Cines comienza el espectáculo.

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