Miguel Falomir | Director del Museo del Prado

“Dar mayor relevancia a las mujeres en el arte es responder a una legítima demanda de la sociedad”

“Rubens es lo contrario al malditismo; se hizo millonario en vida, vivió en un palacio y fue feliz con sus dos mujeres, lo hicieron noble, tenía amigos en todas partes y le abrían todas las puertas”

Miguel Falomir, ayer, en la Fundación Barrié.   | // CAAMAÑO/ROLLER AGENCIA

Miguel Falomir, ayer, en la Fundación Barrié. | // CAAMAÑO/ROLLER AGENCIA / Gemma Malvido

El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, impartió ayer una charla en la Fundación Barrié sobre Rubens y la genealogía de la pintura, en la que profundizó en el papel de este creador en la historia del arte.

Dicen de Rubens que ningún artista antes de él y muy pocos después llegaron a tener un conocimiento del arte tan grande como el suyo, ¿por qué Rubens profundizó tanto en la historia del arte?

En primer lugar, porque le gustaba, en segundo lugar, porque era un estudioso y erudito, porque viajó por todas partes para ver ese arte y porque creía firmemente que el futuro debía partir del pasado, de lo que habían hecho los mejores pintores de la antigüedad y del Renacimiento, pensaba que tenía que absorberlo para, después, añadir él su toque personal. Por eso le interesaba conocer el pasado, porque consideraba que sin conocer el pasado era imposible hacer nada válido para el futuro.

Él también evolucionó el arte a su manera, con los ojos de hoy, ¿cuáles podríamos decir que fueron sus mayores hallazgos?

Yo creo que es uno de los pintores con más personalidad de toda la historia, hasta el punto de que nos ha dejado un adjetivo: rubeniano. Si alguien dice “una belleza rubeniana”, todos sabemos a qué se está refiriendo. Es barroco en su máxima expresión, con figuras exuberantes, en movimiento total, es dinamismo y colores brillantes, transmite energía y poder, todo eso es lo que asociamos a Rubens. Fue uno de los pintores más famosos de su época, de los más copiados, imitados y que tuvo más seguidores y que consiguió un estilo propio. Cualquiera que vea un cuadro de Rubens sabe que es de él y que no puede ser de ningún otro.

Rubens no fue de los que alcanzó el éxito después de muerto…

Rubens es justo lo contrario al malditismo, esta imagen que tenemos de pintor que vive en una buhardilla, que es pobre y tiene mala suerte… No. Rubens fue lo contrario, se hizo millonario en vida, vivió en un palacio, fue feliz con sus dos mujeres, lo hicieron noble, le abrían las puertas de todas las cortes, era cultísimo, tenía amigos en todas partes y fue una celebridad absoluta en su época. De hecho, cuando uno ve sus obras se da cuenta de que rezuman esa alegría, tienen una alegría contagiosa y es todo lo contrario al estereotipo que todos tenemos en la cabeza del pintor maldito.

Así que no fue de los que pasó hambre…

Aunque era belga, como Van Gogh, era justo lo contrario, de hecho, aún existe su casa en Amberes y quien la visite puede comprobar que vivía muy pero que muy bien.

¿Fue suerte, talento, saber rodearse de la gente correcta o un poco de todo?

Era suerte, talento y una de las cosas que le procuraron más éxito fue que no solo era un buen pintor, sino que todas las crónicas dicen que tenía una sociabilidad extraordinaria. Era un hombre educado, agradable y que se sabía mover muy bien en los círculos más cerrados y eso le hacía cautivar a mucho público. Fue capaz de rodearse de muy buenos ayudantes, que tenían mucho talento, y de tener un taller que trabajaba con una eficiencia absoluta y eso le permitía aceptar encargos cada vez mayores, lo que le procuró unos ingresos extraordinarios.

Como director del museo del Prado, una institución que se considera referente dentro y fuera de España, ¿a qué retos se enfrenta o hacia dónde debe evolucionar el museo para que siga siendo atractivo al gran público?

Ahora tenemos muchos retos, el primero, volver a la normalidad. Estamos muy cerquita de las cifras de antes de la pandemia, de hecho, estos dos primeros meses de 2023 ya estamos en cifras iguales o mejores a las de antes de la pandemia. Aunque sea maravilloso tener muchos visitantes, eso también genera problemas de aglomeraciones excesivas en los museos y la gente protesta porque no pueden ver los cuadros bien, así que, uno de los retos es hacer compatible la afluencia mayor de visitantes con que la calidad de la visita sea muy elevada. Un museo como el del Prado, en el que los artistas llevan muchos años muertos, uno de los retos principales es contar a las nuevas generaciones por qué ese arte sigue siendo importante, por qué es importante para ellos y hacerlo en un lenguaje que las nuevas generaciones puedan entender.

¿Darle mayor relevancia a las obras hechas por mujeres está también entre los deberes del Prado?

Eso es dar respuesta a una muy legítima demanda que hay en la sociedad, que es visualizar cuál es el papel de la s mujeres en el arte. Hay que hacerlo y nosotros lo hacemos desde 2017 de forma sistemática. Justo ayer [por el miércoles] presentamos la plataforma web del Prado en femenino donde se pueden encontrar todas las obras de mujeres que tenemos y las actividades que hacemos sobre mujer y arte. Creo que es una demanda legítima y justa de la sociedad que visibilicemos lo que pasó ya que no siempre se ha hecho.

Es que parece que la historia no fue como nos la contaron…

La historia se puede contar de miles de formas distintas y ha habido unos discursos dominantes en los que la mujer tenía poca cabida. Cada vez vivimos en una sociedad más compleja, más variada y los relatos han de ser más complejos y más variados para adaptarse a la realidad de la sociedad española.

De los museos que hay en A Coruña, ¿cuál recomendaría?

El de Belas Artes es un museo con buenas colecciones y que tiene obras del Prado en depósito permanente. Tenemos muy buena relación y, la verdad, es el primero que se me viene ahora mismo a la cabeza.

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