En bici y patinete de A Coruña a otros concellos

Para ir a trabajar o por ocio, usuarios de bicicletas y vehículos de movilidad personal circulan de A Coruña a municipios limítrofes: “Hay rutas seguras pero se debe ir con prudencia”

Usuarios de vehículos de movilidad personal en un punto donde se separan los concellos de A Coruña y Culleredo.

Usuarios de vehículos de movilidad personal en un punto donde se separan los concellos de A Coruña y Culleredo. / Casteleiro/Roller Agenca

Desplazarse de A Coruña a los ayuntamientos limítrofes o de la comarca coruñesa por motivos de trabajo o de ocio es una rutina que la mayor parte de los ciudadanos realizan en coche, en el suyo propio o en otro de uso compartido. El autobús interurbano de cercanías es otra solución frecuente para quienes no disponen de turismo. La bicicleta y los vehículos de movilidad personal (VMP), entre ellos los patinetes eléctricos, no son tan comunes para los desplazamientos de un municipio a otro para trabajar o divertirse, aunque se están convirtiendo en un medio de transporte cada vez más habitual a la hora de cambiar de concello.

Álex Voces, sobre su bicicleta al salir de su trabajo en el polígono de Pocomaco.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Álex Voces, sobre su bicicleta al salir de su trabajo en el polígono de Pocomaco. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / R. D. Rodríguez

La micromovilidad, término sin definición estándar cuyo uso se atribuye a la proliferación de vehículos pequeños que circulan sin problemas por zonas urbanas muy pobladas por debajo de los 25 kilómetros por hora, no parece encontrar límites. Esta tendencia coincide con el aumento de las ventas de bicis y patinetes en el conjunto del país, un cambio de costumbres en la movilidad provocado por la pandemia del COVID-19 desde 2020; también, a una escala local, con el repunte de usuarios de BiciCoruña en la ciudad, servicio renovado y ampliado con fondos europeos que el mes pasado alcanzó el récord de usuarios en un solo día, más de 3.300.

Ciclistas y patinetistas suelen cruzarse en sus rutas diarias o compartir parte de sus trayectos, cuentan quienes se han acostumbrado a utilizar más estos vehículos que sus coches. Lo hacen en la ciudad y en concellos vecinos como Cambre, Culleredo y Oleiros, de camino o de regreso de su puesto de trabajo ubicado en un lugar distinto al del municipio donde residen.

La comodidad de no tener que soportar un atasco en el puente de A Pasaxe, en la avenida Alfonso Molina o alguna de las calles de más tráfico de la ciudad, la facilidad para estacionar el vehículo sin perder tiempo buscando aparcamiento para un turismo, o la concienciación hacia un medio de transporte más sostenible son factores que explican el auge creciente de los patinetes eléctricos y otras modalidades de VMP y de las bicicletas, según los testimonios de los conductores.

De Perillo al Rectorado

Carlos Aymerich se mete en las piernas cada día de trabajo entre 15 y 16 kilómetros sobre su bicicleta urbana Trek con frenos de disco. El secretario general de la Universidade da Coruña (UDC) desde 2016 vive en Perillo, en Oleiros, y tiene su despacho en el Rectorado, casi en el extremo de la península coruñesa más alejado de su domicilio. Salvo que tenga que ponerse al volante de su coche por razones ineludibles, se ha acostumbrado a subirse a la bici aunque tenga que cambiar de ayuntamiento y pasar todos los días por vías de alta capacidad de tráfico como el puente de A Pasaxe y la avenida que tiene el mismo nombre.

“Llevo unos tres años usando la bicicleta siempre que puedo. Es un recorrido que ya hacía antes de forma esporádica y me lo tomaba como una aventura. A raíz de la pandemia me di cuenta de que era posible usar la bici más a menudo para no estar tan pendiente del coche y para evitar atascos”, explica Aymerich, que apunta que en su ruta coincide con ciclistas sobre bicis eléctricas y usuarios de patinetes eléctricos y otros VMP que van hacia otros destinos laborales distintos al suyo.

De Perillo a A Maestranza en unos 25 minutos

Los atascos del tráfico rodado no afectan a los ciclistas. “Es un paseo bastante agradable, se hace bien, es generalmente seguro, sin peligros, con gran parte del trazado con carril bici, solo con alguna incomodidad cuando se estrecha el carril en alguna parte de la avenida de A Pasaxe o hay que hacer algún tramo por carretera”, repasa, sin recordar incidentes que pusieran en riesgo su integridad física.

Desde el portal de su casa hasta el puente de A Pasaxe circula con prudencia porque no hay carril bici y al cruzar de un lado a otro de la ría coruñesa comparte la superficie con los peatones. Al entrar en la AC-12 el camino es casi llano hasta la zona de Oza, llega al parque de San Diego y avanza por A Palloza, Linares Rivas y la Marina hasta el ascenso final junto al hospital Abente y Lago hasta aparcar su bici en el Rectorado. De vuelta a casa, el tramo “más duro” es la subida en Oza en la avenida de A Pasaxe.

De Cambre a Pocomaco

Más a diario que Aymerich, “y aunque llueva”, utiliza la bicicleta para desplazarse Álex Voces, presidente de la asociación ciclista Mobi-liza. Llega a la ciudad desde más lejos para trabajar, su punto de partida está en el centro de Cambre, donde vive, y el de destino en el polígono de Pocomaco, en el centro Mans de la Fundación Paideia. Unos doce kilómetros de ida y otros doce de vuelta.

“Hay un tramo bastante favorable y otro más complicado”, resume. Recorrer el paseo fluvial del río Mero es para Voces “un lujo” porque casi todo el trazado es en carril bici, de 2,50 metros de ancho y doble sentido de circulación, con una senda peatonal de dos metros de anchura. Asegura que no es el único residente en la comarca que toma esta ruta para ir a trabajar cada día: “Hay un tramo en el que todos los días en el mismo punto y a la misma hora me cruzo con la misma gente, en la zona de O Burgo. Unos van en bicicleta como yo y otros en patinete por el carril bici”.

Voces, que también enseña a la gente a aprender a circular en bici, no necesita entrar en la trama urbana de A Coruña para llegar a su puesto de trabajo, sino que debe desviarse hacia una zona próxima a la entrada en el término municipal a través de vías con mayor densidad de vehículos, sin carril específico para bicicletas y con pendientes más rigurosas para las piernas. “Para llegar a Pocomaco es inevitable tener que afrontar desniveles en zonas de tráfico compartido. Se va con cierta tranquilidad por la calzada en Santa Gema y Palavea, se complica más en San Vicente de Elviña, la zona del campus universitario, Mesoiro y Novo Mesoiro, aunque por aquí se vuelve a ocupar carril bici”, describe.

Reconoce el presidente de Mobi-liza, que tiene la ventaja de poder ducharse y guarda su ropa en una taquilla en su centro de trabajo, que pese a la peligrosidad que puedan presentar algunos tramos de su ruta diaria en bicicleta, una conducción cuidadosa aporta seguridad: “La práctica diaria hace que conduzcas con más atención y que cada vez veas más seguro el recorrido. Hay rutas seguras, pero se debe ir con prudencia”. Él no tiene accidentes en su historial ciclista.

El Camino en VPM

Cinco usuarios de VMP de A Coruña y la comarca llegaron ayer a Santiago procedentes de Ribadeo después de tres jornadas de recorrido. Para la mayoría fue la primera vez que hicieron el Camino, ruta en la que los tradicionales peregrinos a pie se han acostumbrado a ver en los últimos años otros tipos de transporte. Con sus patinetes y monociclos eléctricos se mueven por la ciudad y sus lugares de residencia, no siempre para ir al trabajo, pero casi siempre para juntarse en sus momentos de ocio en un concello o en otro.

Uno de ellos es Vince Boelema, un inglés que enseña su idioma y vive desde hace 18 años en Galicia. Su domicilio está en Mera, y desde allí se ha desplazado a otras zonas de su municipio y hasta A Coruña para dar clases particulares. A su monociclo lo llama “la rueda”, más válida y segura para unas calzadas que para otras. “Por algunos caminos es incómodo usarla. Hay que tener cuidado en el puente de A Pasaxe, pero es más seguro ir por delante del Materno hacia el centro de la ciudad por el carril bici. He ido hasta A Zapateira a dar clases y bajar desde allí es peligroso”, cuenta. Cada día que pasa se mueve “con más confianza” sobre su rueda, que empezó a usar hace un año y medio.

Pablo Bello admite que sobre su VMP “desconecta”, disfruta del “paisaje” y está “más en contacto con el entorno”. “No tengo problemas para aparcar, no consumo gasolina, no me meto en atascos de tráfico”, celebra. Vive en Culleredo, a su trabajo en Bergondo va en coche, pero para distraerse en A Coruña usa el patinete eléctrico, aunque reconoce que el resto de vehículos aún no han llegado “al punto de respeto por la convivencia con los VMP deseado”.

Quien hace el camino a la inversa, de A Coruña a Culleredo, también por ocio para pasar un rato con sus amigos, es Enrique Fernández, que además es presidente de la Asociación Coruñesa de Usuarios de Vehículos de Movilidad Personal. Usa monociclo eléctrico en zona urbana también para hacer recados en la farmacia o el banco, “no muy lejos”, por los carriles bici habilitados, por lo que no se puede exceder de 25 kilómetros por hora, y por los carriles de la calzada con la velocidad reducida a 30 que permiten la circulación de patinetes.

Fernández admite que la conducción de los usuarios de patinete “está mejorando”, a lo que ha ayudado el esfuerzo regulador de las administraciones. “Su auge ha sido explosivo y en general las directrices municipales y las normas de la Dirección General de Tráfico han creado un efecto de imitación positiva. Se suele circular por los carriles bici y por carriles 30, cada vez se ven menos patinetes por las aceras como al principio. Pero cuando veo un patinete que circula mal por ahí me da mucha rabia”, confiesa.

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