Dos horas y media de puro Blades, la guinda de las fiestas

El panameño invade Santa Margarita de salsa en un concierto con dedicatorias a los venezolanos y a esas madres que nunca descansan

REDACCIÓN

El de ayer fue uno de esos conciertos que uno difícilmente puede olvidar. Y no solo porque fueron dos horas y media de puro Rubén Blades, de canciones, de historias de su vida, de recuerdos, de dedicatorias y de mensajes que llegan al alma, sino también porque, en su día, la cita tuvo que ser aplazada y así se ha convertido en la guinda perfecta para cerrar las fiestas de María Pita.

Hace 29 días que el exfutbolista y entrenador Lionel Scaloni y la música de Mika daban comienzo a estos festejos con el ayuntamiento y miles de personas como testigos. Desde entonces, muchos conciertos, espectáculos teatrales en la calle, ferias de libros y cómic, exposiciones, fuegos artificiales y un sinfín de actividades. A Coruña se despidió ayer de su mes favorito, pero no lo hizo con un sabor amargo. Todo lo contrario. El artista panameño Rubén Blades llenó el parque de Santa Margarita de salsa y sentimiento. Plástico abrió un repertorio del que formaron parte canciones como Decisiones o Ojos de perro azul.

El artista, que se disculpó por haber aplazado el concierto, algo que, aseguró, solo ha hecho en cuatro ocasiones en su carrera, dio gracias al Deportivo por la camiseta con la que le obsequiaron, al Ayuntamiento por hacerle estar en A Coruña y a todos los venezolanos que tienen su casa en esta ciudad. Gritos y aplausos demostraron que muchos de ellos estaban en la pista bailando. De hecho, algunos sacaron el móvil no solo para inmortalizar la actuación sino también para hacer videollamadas con los familiares que están al otro lado del Atlántico.

Sobre el escenario, Blades se acordó de su abuela, que era de Ourense, y de todas esas madres que trabajan sin parar y “mueren sin disfrutar de unas vacaciones”. A ellas les dedicó Las calles.

El poeta de la salsa, un título que ayer demostró tener más que ganado, tuvo palabras para su amigo Gabriel García Márquez, con cuyos cuentos creó el disco Agua de luna. Tampoco faltaron los mensajes reivindicativos, como el que lanzó con País portátil, en la que habla de corrupción, y En esa casa, que introdujo recordando la polémica del beso de Luis Rubiales y la necesidad de contar con escuelas “para desaprender” violencia machista y racismo.

Maria Lionza fue otra de las canciones que formaron parte de un repertorio que muchos deseaban que no se terminases nunca y que, además, dibujó una sonrisa en los rostros de los que llenaron Santa Margarita.

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