Entre laboratorios del narco y granadas de la Guerra Civil

Fátima, única mujer del Tedax de la Policía Nacional en Galicia, explica que se prepara para riesgos de biológicos a radioactivos

Fátima, que prefiere no dar su apellido por motivos de seguridad, es la única mujer de la veintena de agentes del Tedax de la Policía Nacional en Galicia, pero nunca se ha sentido diferente. “Aquí somos todos compañeros porque te juegas la vida: solo tu compañero te va a dar apoyo”, explica la policía, cuya unidad, con sede en la comisaría coruñesa de Lonzas, interviene en todos los delitos que impliquen explosivos, químicos o, incluso, contaminación biológica o radioactiva.

La agente indica el agujero practicado por los Tedax en un obús para desactivarlo.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

La agente indica el agujero practicado por los Tedax en un obús para desactivarlo. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Enrique Carballo

Su destino es vocacional, según explica. “Yo soy química, y trabajé como instructora para bomberos y empresas en riesgo químico, incendios y demás; desde el punto de vista del accidente, no del delictivo como ahora”, recuerda. Pero quiso aproximarse a estas cuestiones desde otro punto de vista, el policial, en el que además de contribuir a la persecución de los crímenes “ayudas porque estás haciendo una labor de emergencia”. Aunque también hay unidades Tedax en la Guardia Civil y el Ejército, se decantó por la Policía Nacional. Tras dos años como agente, entró en 2013 en la academia específica, “donde te forman de todas las letras: explosivos, riesgo biológico, radiológico y químico”. Tras pasar por Córdoba y Pamplona, llegó a Lonzas, en su Galicia natal.

El trabajo con explosivos es sin duda el más conocido, y, aunque Fátima no quiere hablar de la parte que tiene que ver con artefactos terroristas, relata que “lo que más me encuentro normalmente son artefactos de la Guerra Civil”, municiones como granadas u obuses que se encuentran en trabajos agrícolas, o en obras. “Te puedes encontrar artefactos de la Guerra Civil enterrados, y gente que los recogió y se los quedó hace cincuenta años: luego los hijos se encuentran por casa algo que puede ser peligroso y nos llaman”, explica. En el cuartel de Lonzas, los Tedax tienen expuesto un pequeño arsenal de proyectiles y explosivos de guerra desactivados.

En cuanto a los riesgos biológicos, en otros países se han empleado patógenos o venenos con fines terroristas: la secta japonesa Verdad Suprema intentó llevar ébola a Japón y “ha habido intentos” de extraer y usar la toxina del ricino, aunque esto “normalmente no existe en España”. La unidad coruñesa del Tedax, eso sí, realizó desinfecciones durante el COVID. En cuanto a los riesgos radioactivos, Fátima no recuerda que haya habido ningún intento de atentado empleando radiación en España, ni mucho menos bombas: pero sí que hay fuentes descontroladas que pueden ser peligrosas para el ciudadano. En su mayoría de material sanitario, pero “a veces aparecen y no se saben de dónde”.

Un tipo de emergencia más frecuente es el riesgo químico. En teoría, el Tedax debe ir cuando está vinculado a un delito, y Bomberos cuando es accidental, pero “podemos vernos todos trabajando en la misma incidencia”. Entre las que recuerda Fátima está la de “un cóctel químico colocado en un contenedor” para generar corrosión y un incendio, y el Tedax también interviene en las redadas en laboratorios ilegales de explosivos o de drogas, donde se emplean productos químicos peligrosos. Algunas veces, indica Fátima, “vamos de primeros para ver que no haya ningún tipo de trampas” y se ocupan de “que no pase nada, porque los técnicos en riesgo químico somos nosotros” y estos lugares contienen productos peligrosos.

Afrontar esta variedad de peligros requiere conocimientos científicos y técnicos, y para entrar al Tedax se valora tener estos conocimientos. En el grupo, cuenta Fátima, “hay biólogos, hay electrónicos, ingenieros, ingenieros de minas, químicos, físicos, tenemos un poco de todo”, y, pese a que cada efectivo cuenta con una base de formación global, “nos apoyamos en el compañero que sabe mucho de un tema determinado”.

Robots, drones y trajes

En las operaciones con explosivos el Tedax opera con su traje de protección más conocido, una armadura móvil que “pesa entre treinta y cuarenta kilos; tienes que estar físicamente bien para moverte con él”, explica Fátima. Resta movilidad para agacharse y visibilidad, por el casco. El equipo está pensado para proteger del fuego y de la metralla e incluye placas de Kevlar, un material empleado en los chalecos antibalas. “Te puede salvar la vida, si estás lejos e la explosión”, indica Fátima, aunque también señala que no convierte al portador en invulnerable.

Y “tenemos más trajes”. Los de riesgo biológico “se hicieron muy conocidos con la pandemia”, porque se usaron para descontaminar, y “tenemos un traje entero completamente encapsulado, que a la gente le recuerda a los dibujos de los Teletubbies” y que protege de los gases que, además de perniciosos para la respiración, son corrosivos para la piel. Para otros, menos peligrosos, basta “un equipo de respiración”.

Además de detectores químicos, que alertan de situaciones como una atmósfera con productos explosivos o con poco oxígeno, en el Tedax están experimentado con drones y emplean desde hace años robot que permite acercase a distancia a objetos peligrosos. “Ha tenido un montón de mejoras: antes se manejaba con un joystick más grande, ahora usamos un mando como el de una PlayStation”, indica Fátima. La máquina lleva varias cámaras y se usa sobre todo para explorar, aunque tiene un pinza de gran tamaño que puede “manipular cosas o incluso un coche, o abrir una puerta”. Pero el robot no puede hacerlo todo, y, al final, es el equipo humano de los Tedax el que tiene que afrontar el riesgo para proteger a la ciudadanía, y, como explica la policía, confiar en su preparación y el “apoyo” del compañero de unidad que tiene al lado.