Los agentes de la Policía Nacional ya patrullan con pistolas táser en A Coruña

Las armas llegaron hace un año pero la formación se inició en julio

La descarga eléctrica paraliza durante cinco segundos

Un policía nacional, con la pistola táser. |   // LOC

Un policía nacional, con la pistola táser. | // LOC / José Manuel Gutiérrez

Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía de A Coruña hacen uso desde el pasado agosto de las pistolas táser para protegerse de agresiones durante sus intervenciones. Estas armas, que realizan una descarga eléctrica inmovilizante en la persona a la que se dispara un proyectil unido por un cable a la pistola, llegaron a la ciudad en octubre de 2022 pero los policías no recibieron la formación necesaria para utilizarlas hasta el pasado verano, tras las protestas expresadas por los sindicatos policiales.

Cámara frontal asociada a la táser. |   // LOC

Cámara frontal asociada a la táser. / LOC

Las agresiones sufridas por los agentes en los últimos meses en diferentes puntos de España hicieron que los representantes laborales reclamasen la incorporación de las táser a las dotaciones policiales con el fin de disponer de los medios necesarios para contener a las personas que tratan de atacar a las fuerzas del orden.

En el momento de la recepción de las pistolas, la Jefatura Superior de Policía informó que estarían disponibles en las patrullas a finales de 2022. Incidentes como el ocurrido el pasado junio en la calle Pérez Cepeda, donde una pandilla de jóvenes rodeó y atacó a dos policías hasta que recibieron ayuda de otros compañeros, reactivaron la demanda de los sindicatos sobre las táser. La dotación de estas armas a las patrullas que realizan su trabajo en la calle es una reivindicación histórica del Sindicato Unificado de Policía.

Estas pistolas táser lanzan dos sondas que se clavan en el cuerpo de la persona y le transmiten una descarga eléctrica de 50.000 voltios y 1,5 miliamperios durante cinco segundos. Esa corriente deja paralizado el sistema nervioso también durante cinco segundos, aunque el policía debe disparar a una distancia máxima de 7,6 metros y a una mínima de 30 centímetros. La intervención es grabada por una cámara de vídeo instalada en el pecho de los agentes para que pueda comprobarse que la actuación de los agentes se ajusta a la legalidad.

El protocolo de uso de estas armas obliga a los policías a advertir siempre previamente de que van a emplearlas. El aparato realiza además un ruido intimidatorio antes de ser usado, mientras que la sonda lanzada únicamente causa una herida leve en el cuerpo, aunque los agentes deben evitar dirigir el disparo a la cabeza, cuello y genitales para impedir que se produzcan daños mayores. También tienen que eludir el disparo en la espalda porque esa parte del cuerpo concentra numerosos músculos.

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