El ‘Guernica’ coruñés de la transición

Xosé Manuel Casabella reinterpretó el cuadro en 1981, el año de su llegada a España

Montaje tridimensional del ‘Guernica’ realizado por Casabella en 1981 en el Cantón Grande.   | // CEDIDA

Montaje tridimensional del ‘Guernica’ realizado por Casabella en 1981 en el Cantón Grande. | // CEDIDA / José Manuel Gutiérrez

En 1981, el mismo año en que se celebraba el centenario del nacimiento de Pablo Picasso, su obra más emblemática, el Guernica, llegaba a España para exponerse de forma definitiva en este país, tras haber permanecido durante décadas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Pese a que el artista había residido en A Coruña en su juventud, en la ciudad su centenario “pasó completamente desapercibido”, recuerda el arquitecto Xosé Manuel Casabella, quien se planteó, en colaboración con los Colectivos Culturais de Esquerda Galega, realizar una original interpretación de la obra más emblemática del pintor malagueño, del que este año se celebran los 50 años de su muerte.

Gracias al apoyo económico del Concello, que aportó lo que hoy serían 600 euros, y el trabajo de voluntarios que participaron en la iniciativa, el Cantón Grande fue el lugar en el que desde el 29 de diciembre pudo contemplarse un montaje tridimensional del Guernica en el que aparecían las figuras más representativas del cuadro instaladas en medio de una estructura tubular.

Las figuras habían sido pintadas en tableros de madera y su instalación en diferentes planos dentro de la estructura proporcionaba una profundidad de campo. Para confeccionar el montaje se utilizó como taller el Kiosko Alfonso, que, curiosamente, poco después sería restaurado por el propio Casabella.

“Fue una descomposición geométrica y en planos de los episodios que aparecen en el Guernica”, explica Casabella sobre aquella iniciativa, de la que dice que fue “un proceso de investigación plástica” que aprovechó el libro de Juan Larrea sobre el cuadro “tratando de buscar una identificación de los elementos, pero sin buscar una explicación de por qué está cada uno, ya que no hay un consenso de lo que quiere decir Picasso con esas figuras”.

Durante los quince días que el montaje permaneció en el Cantón Grande, tras los que fue trasladado a Santiago y As Pontes para ser expuesto también allí, “no hubo ningún incidente a pesar de que era un momento muy delicado políticamente”, destaca Casabella, quien pone de relieve que Picasso “era entonces un personaje reconocido internacionalmente pero todavía no estaba asimilado por la cultura oficial, no había mucho entusiasmo porque se hicieran estas cosas”. Señala además que el pasado coruñés del artista “era completamente ignorado, quizás intencionadamente porque representaba una posición plástica, política y cultural muy alejada de lo que había aquí”.

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