Entrevista | Gustavo del Río Dramaturgo coruñés nominado a mejor texto original en los Premios María Casares por ‘Mosca’

“Los discursos LGTBI se quedan vacíos si no hay políticas sociales detrás”

“Mi teatro es comprometido, no lo entiendo de otra forma. Necesito ser fiel a mí mismo”

Gustavo del Río, este lunes, en la rotonda de las Esclavas.

Gustavo del Río, este lunes, en la rotonda de las Esclavas. / CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

El acoso escolar es el eje central de la obra teatral Mosca, por la que el dramaturgo y director coruñés Gustavo del Río está nominado al mejor texto original en los Premios de Teatro María Casares, que se entregan este jueves en el teatro Rosalía de Castro. “Tenemos miedo a buscar nuestras propias emociones, a ponernos en duda y a generarnos lugares nuevos que investigar en nosotros mismos”, reflexiona.

¿De dónde nació la idea de Mosca?

Yo quería trabajar el tema del acoso escolar. Empezamos a trabajar con documentación y sobre todo con casos reales. Todo eso fue generando la historia de Pedro, un niño de diez años que sufre acoso escolar en el colegio.

Un acoso que muchas veces se produce fuera de las paredes de las aulas.

Podemos pensar que es algo que sucede en el aula y no. Existe el ciberbullying. A mí lo que me llamaba más la atención era la cantidad de niños que seguían sufriendo acoso escolar en su casa durante la pandemia. Los protocolos que activa la Xunta de Galicia y se activan en diferentes lugares no son todavía definidos y correctos para el tema del acoso. Se habla mucho del acoso, pero se practican muy pocas políticas en contra. Hay una falta de visibilidad e implicación por parte de los políticos a la hora de asumir ciertas cosas.

Su obra trata el acoso en el ámbito LGTBI. ¿Qué opina de los discursos homófobos de algunos políticos?

No puede ser que un diputado pueda decir que en la época de Franco no había homofobia, por ejemplo. No eran visibles porque estaban metidos en un campo de trabajo o en su casa porque no podían salir o les estaban golpeando. Antes pasaba y de una forma mucho más brutal de la que pueda existir ahora.

Esto lleva a pensar en el asesinato de Samuel Luiz, al que hace una referencia en su obra. ¿Fue suficiente la implicación de la clase política por lo sucedido?

El político verbaliza que esto está mal hecho y demás, ¿pero cómo lo visibilizamos? En el momento en el que el Ayuntamiento no visibiliza lo que realmente fue un tema social grave, no pone en las calles de la ciudad lo sucedido para que sepamos, recordemos y tengamos memoria, la sociedad no pensará que es algo que tiene que ver con todos. Es muy importante que las reivindicaciones vayan dirigidas también hacia la parte política y que tomen decisiones para nuestro bienestar, el de la sociedad y del colectivo LGTBI. No solo es hablar, hay que actuar. Los discursos LGTBI se quedan vacíos si no hay políticas sociales detrás.

En su obra también cobra importancia la familia y quienes rodean al protagonista.

La obra no es solo lo que le pasa al protagonista con un chico que le llama maricón o que le escupe en la cara. También trata lo que está pensando la madre, cómo ha sido el padre socialmente con el tema de la homofobia o cómo se incluyen los centros educativos en todo esto. Y todo eso genera circunstancias alrededor de Pedro que impiden que ese escupitajo sea canalizado hacia un lugar correcto, en el que el conflicto se pueda solucionar

Últimamente han sido sonados varios casos de censura. ¿Cómo lo percibe desde el sector?

La censura no solo viene porque no te dejen hacer una función, viene también por la parte del programador en el momento en el que ya te dice que no hay dinero o que no está acorde con su programación. Todo eso son valores objetivos en el proceso de contratación, que son muy difíciles de manejar. Pero por ahí se genera la posible censura que pueda haber.

Sus obras tratan temas comprometidos con la sociedad. ¿Cuál es su objetivo como dramaturgo?

Mi teatro es comprometido porque no entiendo el teatro de otra forma. Necesito ser fiel a mí mismo, a lo que estoy viviendo, para poder hacer eso. Si no, no estaría cómodo. El objetivo es básicamente visibilizar lo que normalmente no es visible. Si después podemos agitar un poquito, agitamos. Ya luego si podemos concienciar, eso depende de cada uno.

¿Cómo percibe la afluencia de asistentes al teatro?

La gente no va tanto como yo creo que podría ir. Creo que a nivel sectorial tenemos que hacer una crítica de por qué la gente no está yendo. El teatro es un lugar de cercanía, de reflexión, va más allá. Tú puedes ir al teatro por entretenerte, y me parece maravilloso, pero puedes ir y salir también emocionado. Pero tenemos miedo a la emoción.

¿Usted cree?

Sí, tenemos miedo a buscar nuestras propias emociones, a ponernos en duda y a generarnos lugares nuevos que investigar en nosotros mismos. Y al final bloqueamos. Lo de Samuel también fue un bloqueo. La sociedad se emocionó, y luego bloqueó. Y creo que esto es mucho de esta ciudad también. Buscamos lugares de reivindicación, pero luego bloqueamos. Porque si hay bloqueo, no hay visibilidad, no hay emoción, no hay duelo y no hay dolor. En Mosca también hay bloqueo.