Luka Modric ya tiene un Balón de Oro. El centrocampista fue elegido el mejor jugador del Mundial, un galardón maldito. Hace cuatro años, en Brasil, el destinatario del premio fue Leo Messi. Tanto el culé como el madridista recibieron el título de la misma forma: infelices.

Modric pasó desapercibido en la final. Asumió la batuta de su selección, como en otras ocasiones, pero fue incapaz de ser determinante como en el resto del periplo de Croacia por Rusia. Eso sí, nunca dejó de correr ni de pelear hasta el final. Lo hizo incluso en zonas insospechadas, como el túnel de vestuarios. Al juez de línea -Néstor Pitana- le espetó antes de la segunda parte: "El penalti no lo era. La primera falta no lo era. ¿Cómo va a saltar?".

En la primera parte, Modric tuvo más protagonismo. Se ofreció a tratar de dar una salida a sus compañeros en el militarizado centro del campo francés. En el segundo acto, cuando Croacia besaba al lona, tampoco tiró la toalla. Aunque ya se vislumbraba el KO. Modric solo se pudo quedar con un consuelo individual en el medio del desconsuelo colectivo de cuatro millones de croatas.

Modric, de 32 años, sigue acumulando reconocimientos antes de encarar la recta final de su carrera. Ahora que Cristiano Ronaldo ha salido del Madrid, la afición blanca parece querer fijarse más en la sala de máquinas que hizo funcionar al luso. El centrocampista ha presentado su candidatura.