En las últimas citas importantes de tenis de mesa adaptado, Alberto Seoane se topó con la barrera de los cuartos de final, es decir, a las puertas de las medallas. Le pasó en los Juegos Paralímpicos de Río 2016, donde por lo menos se trajo a casa el preciado diploma. En el Mundial de Lasko (Eslovenia) que empieza mañana, el jugador coruñés se fija de nuevo el objetivo de estar cerca. Primero alcanzar los cuartos de final, lo que ya significa estar entre los ocho mejores. Y después si puede y le acompaña la pizca de suerte que siempre se necesita, subir al podio. "Está muy difícil porque hay muchos rivales y el nivel es muy alto", dice Seoane. Llegar lo más arriba posible tiene premio extra ya que esta competición marca el rumbo hacia los próximos Juegos, los de Tokio 2020, porque es la que más puntos otorga en este ciclo olímpico. El coruñés es ahora mismo decimocuarto del ranking mundial y para asegurarse su presencia en la capital nipona debería escalar al menos al top ten internacional.

El del Club del Mar (este temporada ha vuelto a competir en las filas del equipo de San Amaro -"siempre busco una excusa para volver a casa"-) viajó ayer hacia Eslovenia previa escala en Viena, a donde llegó con cinco horas de retraso por problemas con el vuelo desde Barcelona, donde reside y entrena. Al llegar, encima, sus maletas habían desaparecido por lo que la delegación española se encuentra sin material deportivo a menos de dos días para la gran cita. El coruñés espera que sean los únicos problemas de su estancia en el país centroeuropeo. La preparación fue como se esperaba y llega en uno de sus mejores momentos. Tan bien como a los Juegos de hace dos años, cuando se quedó a nada de las medallas. "La forma es muy parecida porque he hecho más o menos lo mismo, cambiando pequeñas cosas porque también hay que probar cosas nuevas", asegura.

Una de ellas es que realizó la preparación física en A Coruña durante el verano. "Ya llegué en forma a Sant Cugat para ponerme a entrenar a tope", recuerda. Dos meses intensivos que tienen que dar sus resultados. "Igual no estoy tan bien físicamente como en Río, pero sí que mentalmente creo que tengo un plus", analiza. Precisamente su paso por los Juegos supuso un cambio en su modo de ver el deporte. "Te hacen crecer mucho. Allí tienes mucha presión porque estás en la mayor competición a la que puedes optar. Pero son un premio", añade. De hecho, Tokio ya se asoma al horizonte del coruñés. Quiere repetir experiencia y necesita sumar todos los puntos posibles en el Mundial y hasta enero de 2020 apuntarse a todas las competiciones posibles. "Una parte la pagará la Federación y otra saldrá de nuestro bolsillo, pero tendremos que hacer ese esfuerzo para estar allí", remacha.

Los rivales en este Mundial en su clase, la 6, serán muchos y muy bien preparados. El principal, en casa: "Está mi compañero de selección Álvaro Valera, con el que fui campeón del mundo por equipos". Es uno de los máximos favoritos, pero hay más, sobre todo de Asia, entre ellos el tailandés que en los últimos dos años ha sido su verdugo en dos ocasiones, una en cuartos de final de los Juegos Paralímpicos y otra en el Open Ciudad de Barcelona. "Los mejores europeos también son fuertes", advierte, "el nivel será muy alto porque todo el mundo se prepara a las mil maravillas para un Mundial".