El atletismo en EEUU solo se mira masivamente cada cuatro años, cuando el músculo olímpico de la primera potencia deportiva del planeta importa durante apenas una semana y media. El track & field sobrevive el resto del tiempo en las prestigiosas universidades americanas, ignorado por las grandes audiencias en comparación con deportes tan profesionalizados como el béisbol, el fútbol americano y el baloncesto.

El Mundial de Eugene, aplazado en 2021 por la pandemia en favor de los Juegos de Tokio, va a suponer todo un desafío a la hora para captar la atención de un país que organiza este campeonato por primera vez, tras 17 ediciones con este formato estrenado en Helsinki en 1983. La diferencia de nueve horas con Oregón, con finales de madrugada en Europa, complicará su seguimiento en el Viejo Continente.

Inhabilitados

Con la mayoría de los atletas rusos y bielorrusos inhabilitados, con excepción de los 18 que se han sometido al seguimiento antidopaje, los estadounidenses se van a dar un atracón de medallas y finalistas en su debut como organizadores. Ucrania estará presente con 53 atletas, solo tres menos que España, gracias a una ayuda solidaria capitaneada por World Athletics, por importe de 230.000 euros.

España acude con un equipo de 56 atletas, un 40% son mujeres, en pos del sueño americano. Se deja en casa al último adoptado por el atletismo patrio, un triplista de origen cubano que cuenta los días para que la franquicia federativa le permita competir bajo su nueva bandera. Jordan Díaz, el diamante que pule Iván Pedroso en su saltadero de Guadalajara, el hogar atlético de la embarazada Ana Peleteiro y, por lo tanto, también ausente en la cita, ya tiene un récord y un pasaporte español, pero la norma que, supuestamente, impide la colonización deportiva, no le permite competir con la Roja hasta el 2023. La contribución gallega llega de la mano de la lanzadora de Mugardos Belén Toimil y del mediofondista Adrián Ben.