4-1 | Este Deportivo es inevitable

El Tarazona subió líneas, le puso en apuros y hasta le llegó a empatar, pero le dio igual

Pegó y pegó hasta que tumbó a su rival y ya lleva cinco triunfos consecutivos

Se coloca a dos puntos del liderato

Carlos Miranda

Carlos Miranda

El día que avasalla, el día que pega, el día que no juega muy allá... El Dépor de las dudas se ha convertido en el Dépor de la certezas, en el Dépor inevitable. Últimamente, pase lo que pase, el desenlace parece estar marcado. Nadie escapa a su destino ante un equipo así. El Tarazona fue de los rivales más dignos, que más le apuró en este 2024. Llegó a empatarle, impuso en muchos momentos el plan de partido y lo desorganizó y lo desconfiguró hasta temerse lo peor. Pero nada. Dio igual. El Dépor, desde la seguridad, las entrañas y una pegada de Topuria, acabó goleando y logrando su quinta victoria consecutiva. Récord en Primera RFEF. El Dépor es ese boxeador que se quita los guantes, abre la guardia y pide que le peguen porque la importa poco o nada, ya llegará su momento y él sí va a hacer daño, mucho daño. El triunfo le deja ya a dos puntos del líder, a menos de un partido, tras los empates del Nàstic, la Ponferradina y la Cultural. Ya está al otro lado de la puerta. Toc, toc.

Se había preparado toda la semana para derribar un muro y para cuando oyó el pitido inicial y se quiso dar cuenta tenía la barricada en su área. Del Tarazona colgado del larguero no hubo ni noticias en Riazor. El equipo de Molo se dio cuenta de que cuanto más alejase el peligro, cuando menos expusiese a Salvi Carrasco, más cerca iba a estar de un imposible: ganar en Riazor o, al menos, puntuar.

4-1 | Deportivo - Tarazona

4-1 | Deportivo - Tarazona / Pardellas

El Dépor, que repetía once, estuvo muy incómodo en casi toda la primera parte. Su rival fue todo entereza y hechuras. Le faltaba pegada y finura en alguna transición, pero su presión arriba y su salida de balón estaba muy, muy trabajada. Daba gusto. No es sencillo mantenerle hoy en día las espadas en alto a un equipo tan punzante y desequilibrante como el coruñés.

El Dépor estuvo muchos momentos buscando su sitio en el duelo. Se llevó algún susto como en algún control de Parreño que heló a la grada o en una ocasión de Keita en el minuto 12. Le costaba horrores la salida de balón, estaba lejos de Carrasco y su presión arriba no terminaba de ser tan abrumadora como de costumbre. Ese nuevo escenario que le descolocaba no significaba que no estuviese a punto de marcar en varias ocasiones en el primer acto. Es que tiene tanta dinamita y disfruta de tanto espacio cuando superaba la primera línea de presión...

Lucas casi marca al cuarto de hora tras un pase valeroniano de Yeremay. Tuvo otra el grancanario, quien dio una exhibición de arrancadas y de controles orientados en esos minutos iniciales hasta el descanso. Un deleite para la vista, incontenible para las defensas rivales. José Ángel mandó otra pelota fuera en un remate. Rondaba el gol, pero no avasallaba, como de costumbre. Le estaba costando.

DEPOR TARAZONA

DEPOR TARAZONA / Carlos Pardellas

Los últimos minutos del primer acto ya fueron de acoso y derribo. Se empezaba a parecer el partido a cómo lo había proyectado el Deportivo en su cabeza. Aun así, no terminaba de crear ocasiones claras, los defensas del Tarazona tapan los huecos. Casi todos. Porque por la derecha había una bala que ya había avisado y que antes del descanso se alió con Iván Barbero para poner patas arriba Riazor.

Mella aprovechó los metros que le brindaron, se desbocó hasta la línea de fondo y llegó con oxígeno y claridad para poder dar un pase atrás. Ahí el ex de Osasuna hizo su parte. Ganó el desmarque al primer palo y remató a la red. Parece sencillo, no lo es. 1-1, minuto 44. Es el ABC del delantero que tanto ha echado de menos el Dépor. Los coruñeses lo habían pasado mal, ganaban. Medio camino hecho.

A los hombres de Idiakez no les debió llegar con el tiempo de descanso. Salió del vestuario el Dépor entre dormido, despistado y perdido. El Tarazona cambió el sistema, subió aún más sus líneas. Keita tuvo, de nuevo, una ocasión a los seis minutos de la reanudación. Avisaba otra vez. Riazor empezaba a olerse lo que iba a pasar y no le gustaba ni un pelo. El partido era largo, requería esfuerzos y los coruñeses estaban extremadamente desorganizados. Idiakez también torcía el gesto. Ante este panorama, pasó lo que tenía que pasar y más de uno pensaba que cuanto antes ocurriese, antes se recuperaría el Dépor, se pondría manos a la obra para volver a ponerse por delante.

Gil fue el goleador, el ejecutor, el que puso el empate y justicia para un Tarazona que había metido siete futbolistas en el área en la jugada de la igualada. El Dépor había defendido, de nuevo, de manera desastrosa esa jugada. Era el minuto 57, llegaba el 1-1. Media hora para no lamentar el empate toda la vida.

No le hizo falta tanto tiempo. Casi en una de las primeras llegadas, sin apretar, sin generar ritmo de fútbol, un cabezazo de Pablo Vázquez a balón parado hizo el 2-1. Minuto 66. Demasiado premio para tan poca acometida en pos de la remontada. Pero el Dépor es así. Demoledor, infinitos recursos. Su contrincante no se rindió. El equipo coruñés estaba abierto, por momentos le podía la situación, a pesar de la atmósfera de Riazor.

Y llegó Lucas al rescate. Como siempre. El coruñés levantó la mano y clavó una falta en la base del poste para hacer el 3-1. Minuto 83 y tranquilidad. Seguía el idilio. Riazor ya disfrutaba, ya se veía de nuevo peleando por el ascenso directo cuando prácticamente llegó a olvidarse del premio mayor. Alcaina firmó el 4-1 y la goleada. El resultado era exagerado, pero este Dépor es así. A la mínima, te destroza.