Guión soñado. Final soñada. Título soñado. En casa. Contra el Barça. El Deportivo Liceo vive desde ayer en una nube. La Copa del Rey vuelve a A Coruña después de 17 años. ¡Cuánto cuesta ganar! Pero así la décima sabe todavía mejor. Juan Copa leyó el partido a la perfección. Sabía qué tenía que hacer su equipo en cada momento para frenar al trasatlántico azulgrana. Contención en la primera parte, aguantar hasta que a los culés les entraran las dudas. Y delirio en la segunda, apoyados en un Carles Grau de diez y que se llevó el MVP. El resto lo puso la bola parada. Ayer, el día que tenía que entrar, entró. Dos directas de un Jordi Adroher que jugó con un esguince en el tobillo. Un penalti de César Carballeira. Se acabó el gafe. Ese y el de la Copa. El trago más dulce se hizo esperar. Pero ya es una realidad. Fiesta verdiblanca.

Distintos momentos de la celebración del Liceo. Abajo a la derecha, falta directa de Adroher. | // V. ECHAVE

El ambiente en la grada fue espectacular. Curiosamente los tres partidos anteriores de la temporada entre ambos habían sido prácticamente en terreno neutral. En el Palau y en el Palacio a puerta cerrada y en Luso, también sin público. La afición verdiblanca empujaba y los jugadores intentaban no dejarse llevar por el calentón. Había que tener la cabeza fría para seguir el plan, que era aguantar, sobre todo las dos primeras rotaciones enteras del Barça, para que le empezaran a entrar las prisas. En ataque, correr solo cuando fuera necesario. Y resistir, resistir, resistir. Carles Grau respondió bien a los primeros tiros de los cañoneros culés. La defensa coruñesa hacía el resto con ayudas continuas. Si un jugador rival tenía la bola en una posición comprometida, aparecían dos del Liceo. A cada disparo azulgrana surgían sticks de todas partes para bloquear. Cuando no era César Carballeira tirándose en plancha para evitar que Alabart pillara un rechace. Y mientras pasaban los minutos sin que el Barça impusiese su superioridad, el Liceo iba lanzando pequeños avisos. A partir del minuto diez las ocasiones fueron suyas. Ahora dos pases al segundo palo, ahora un buen movimiento de Maxi Oruste en el área, disparos de Carballeira y Roberto di Benedetto. Terminaba la primera parte con la novena falta del Barça, al borde de la directa, pero también con su ocasión más clara, de Matías Pascual, que la robó y encaró la portería. Apretaba desde el banquillo Copa, sabía que era importantísimo no encajar justo antes de irse al descanso.

Baño verdiblanco para levantar la Copa

El primer momento crítico llegó tras el paso por vestuarios. Novena del Liceo. Décima. Pau Bargalló tiró fuera la directa. El pabellón gritaba “¡Liceo, Liceo!”. Juan Copa pedía calma. Todavía no era el momento de dejarse llevar. Edu Castro no lo veía claro. Cambió a los cuatro con los que había empezado la segunda parte, a la vez. Y llegó, doce minutos después, la décima del Barça. Allá fue Jordi Adroher. Si había que acabar con el gafe en algún momento era este. Y el 77 volvió a hacer de las suyas para batir a Aitor Egurrola. El 1-0 espoleó a los locales. Di Benedetto tuvo una clarísima en la jugada siguiente y poco después, penalti a su favor. César Carballeira asumió la responsabilidad y con uno de sus misiles mandó la bola a la red. La final no podía tener mejor guión. Pero enfrente está el Barça, que es el Barça por algo. No necesita mucho para volver a meterse en el partido. Una bola en el área de Matías Pascual y un palazo de Ignacio Alabart desde el medio de la pista. Un auténtico golazo del coruñés. Con dos acciones empató. Diez minutos por delante. Y vuelta a empezar.

Baño verdiblanco para levantar la Copa

El conjunto azulgrana estaba en 14 faltas. El Liceo, en 11. João Rodrigues frenó una contra de Marc Grau, lo que le valió una azul. Oportunidad para Jordi Adroher otra vez. El delantero verdiblanco la mandó al palo pero el rechace fue para dentro. El Liceo acariciaba el sueño. Quedaban siete minutos y tendría que defenderse con todo lo que tuviera. Cabeza, corazón, piernas y las voces del Palacio. Las faltas se igualaron. El Liceo también se fue a 14. Los dos, a una de la directa. Oruste tuvo un mano a mano que le birló Egurrola. Grau también paró una sobre la línea. Los últimos minutos el Liceo no quiso arriesgar. Fue más un acoso y derribo del Barcelona, con Grau sacando también todo lo que tenía. David Torres pudo sentenciar a 29 segundos, se le escapó. Las fuerzas estaban ya muy justas. Quedaba un ataque culé. Los disparos salían rechazados. Y en uno, quedó la bola a favor del Liceo y el Barça cometió falta, la decimoquinta. Quedaban seis segundos y Adroher no tuvo opción ni de tirarla porque los árbitros pitaron infracción en su avance. Sonó la bocina. Y el Palacio de los Deportes de Riazor pudo entonar eso que llevaba tanto tiempo esperando: “¡Campeones, campeones!”.

Baño verdiblanco para levantar la Copa