Hace unas semanas que Augustas Peciukevicius volvió a saltar a la pista del Palacio de los Deportes de Riazor para entrenar con sus compañeros del Leyma y volver a sentirse jugador de baloncesto. Allí, el 27 de febrero de 2021 la vida le dio un duro golpe. En uno de sus mejores momentos deportivos, líder moral y deportivo de un proyecto que aspiraba a la ACB y en un partido completamente intrascendente contra el Cáceres, se rompió el tendón de Aquiles del pie izquierdo. Empezó entonces un proceso de recuperación que prácticamente 365 días después todavía no ha terminado pero que, aún queriéndolo decir con la boca pequeña, como para no tentar a la suerte, va llegando a su fin. “Depende mucho de cómo reaccione mi cuerpo a los entrenamientos y a la carga de trabajo. Quizás un mes o un poco más... es difícil de decir. De momento está yendo todo bien así que espero lo mejor”, asegura el base lituano.

Matulionis y Lariño llevan en brazos a un Pecius lesionado. Carlos Pardellas

Sabemos que el final está cerca, que va a volver pronto. Pero no queremos decir una fecha porque sería poner un estrés añadido a su cuerpo y mente. Está con el grupo, cada vez hace más cosas y las sensaciones son buenas, mucho mejores de las que esperábamos”, confirma Gus Gago, preparador físico naranja. Aunque quizás ese cargo se le quede corto. “Estuvo conmigo nada más lesionarme, en el hospital durante y después de la operación y cada día después de ella. Honestamente, nunca he conocido a una persona tan comprometida con un club como él con el Básquet Coruña. Ha dado el 200% para que yo me recupere y siempre le estaré agradecido por lo que ha hecho y sigue haciendo por mí. Ya no es solo mi entrenador sino un amigo de verdad”, le alaba Pecius.

Juntos trazaron el plan a seguir a partir de aquella fatídica jornada. “Recuerdo la jugada muy bien”, dice el de Vilna, “fue una acción normal, intentaba coger el balón para irme al ataque y sentí un dolor muy fuerte en el talón y me caí, pensaba que alguien me había pisado, pero miré y no había nadie a mi alrededor”. Lo tuvo claro. Era algo serio. “Solo tardé un par de segundos en darme cuenta porque no podía mover el tobillo”, continúa. El diagnóstico del doctor Carlos Lariño apuntó desde el primer momento a la rotura del tendón de Aquiles. Al día siguiente Pecius ya era operado. “Sabíamos que el proceso iba a ser lento y doloroso. Es una lesión tremendamente complicada”, recuerda Gago. Para empezar, ocho semanas con el pie inmovilizado. Pero ni el jugador ni el preparador iban a esperar tanto. La cuenta atrás para volver a la pista empezó al día siguiente de la operación. “Él siempre había sido un jugador fuerte y con un porcentaje de grasa muy bajo, pero nos dimos cuenta de que tenía que perder peso para proteger el pie. Se puso en manos de un nutricionista, porque era preciso que la dieta se adaptase a sus necesidades de cada momentos. Y va a volver con ocho kilos menos”, apunta Gago, que paralelamente también puso un marcha un trabajo de fortalecimiento del tren superior para no perder la masa muscular. “Así dos meses y medio y partir de ahí ya se puso en manos de los fisios para recuperar la amplitud de movimientos y empezar a dar estímulos al tendón”, añade.

Pecius se lleva la mano al pie en el momento de la lesión. Carlos Pardellas

La recuperación, que al ser tan prolongada en el tiempo es imposible que sea “lineal”, como confirma Gago, ha llegado a su fase final. “Todavía estoy intentando recuperar toda mi fuerza en la pierna”, especifica Pecius. Y también está el componente mental. “El dolor físico fueron uno o dos minutos, el emocional fue mucho mayor, ya no solo en el momento, sino cinco o seis meses después porque haces las mismas cosas todos los días —dos sesiones de trabajo físico y otras dos con los fisios Edu y Bruno— y no ves la mejoría”, reconoce el base. Suerte tener a Gago a su lado. “El que se lesiona es un jugador de baloncesto, pero ante todo una persona. Hay que tener una sensibilidad especial. El baloncesto es su vida y de repente la pierde. Los momentos son tremendamente duros de soledad y dolor”, comenta.

También el club le dio al lituano un gran espaldarazo al renovarle el contrato pese a su lesión: “Hubiese entendido que no lo hicieran. Estoy muy agradecido”. La temporada no está siendo la esperada y su vuelta puede ser un revulsivo. “Creo que el nivel de la liga ha mejorado con respecto a los últimos años. No tuvimos suerte en la pretemporada y cuando cogimos una racha llegó el COVID y tenemos que volver a encontrar la forma de jugar de nuevo. Veo al equipo motivado y trabajando para ser mejor cada día y yo espero poder ayudar al menos un poco cuando vuelva”, analiza. En la pista, su visión siempre era la correcta.