La Opinión de A Coruña

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hockey sobre patines - OK Plata masculina

Tras la huella de Martinazzo

Como el mito verdiblanco, Liñán (Compañía) y Castro y Bridge (Liceo B) son de San Juan, se criaron en Estudiantil y ahora hacen su camino en A Coruña

Ignacio Liñán, Nanu Castro y Matías Bridge posa con las camisetas de Compañía de María, Estudiantil y Liceo. Casteleiro/Roller Agencia

Ignacio Liñán, Matías Bridge y Nanu Castro forman parte de una generación que creció en San Juan, la cuna argentina del hockey sobre patines, conociendo a Daniel, ese señor que en Estudiantil lo era todo, que les enseñó a amar este deporte y que cada fin de semana cogía su “reposera”, la típica hamaca reclinable de playa, la ponía en una esquina de la pista y se pasaba los días enteros siguiendo desde el primero hasta el último de los partidos de la cantera. Según se fueron haciendo mayores, y aunque ninguno llegara a verlo jugar, Daniel ya pasó a ser Martinazzo, una leyenda viva del deporte del país, uno de los mejores jugadores de hockey del mundo y de todos los tiempos y un mito del recién cumplido medio siglo de historia del Liceo. Y los tres acabaron siguiendo sus pasos hacia A Coruña. El primero, para enrolarse en el Compañía de María. Los otros dos, en el filial del Liceo. Mañana se verán las caras en el Agra (17.00 horas) en el derbi de la OK Plata. “Somos muy amigos, casi hermanos porque nos conocemos desde chicos. Así que, que gane el mejor —el Liceo, bromean unos; el Compañía, responde el otro— y que sea un buen espectáculo para toda la gente que venga a vernos”, acuerdan los tres.

Castro: “Tuve una charla personal antes de venirme. Me invitó a tomar café, fui con mi padre y le dijo que estuviera tranquilo porque iba a estar bien, que la del Liceo era una familia muy grande e iba a estar cómodo. Ayudó a convencerle”.

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Liñán es, con 23, el mayor de los tres, dos años más que sus compañeros, mañana rivales. Empezó a jugar precisamente con Facu Bridge, el hermano de Matías —que también pasó por el Liceo, ahora en el Valongo portugués—, y dice que en Estudiantil porque eso es “algo que viene de familia”. “Mi abuelo jugó en Estudiantil, mi padre también... así que cuando tenía dos ó tres años me puse los patines”, recuerda. Después vino el mediano de los Bridge, Matías, otra de las familias tradicionales del club, incluso el padre, Alfred, que llegó a ser el portero de la selección argentina, es el director deportivo de la institución —y aún hay otro hermano, el pequeño, Lucas, que precisamente estos días disputa la final argentina júnior—. “Arranqué a patinar al año y medio y a los dos ya estaba en la escuelita como portero”, dice el que siguiendo los pasos de su progenitor también es guardameta. Un poco más tarde llegó Castro procedente de Jáchal, un pueblo a unos 200 kilómetros de San Juan. “Tenía diez años, una edad en la que en mi club muchos niños lo dejaban para irse a estudiar a la ciudad. Así que Estudiantil tenía un equipo lindo, que podía hacer cosas grandes, y lo vi como una salida muy importante para mí”, apunta Castro.

Daniel Martinazzo, en su despedida en la temporada 1992-93. La Opinión

Pasando por las categorías inferiores de Estudiantil, conocieron a Martinazzo, aunque para ellos fuese simplemente Daniel, el padre de uno de sus compañeros y uno de los dirigentes del club. “Al ser tan chicos no nos dábamos cuenta de la dimensión de él y cuando llegamos acá todo el mundo nos hablaba de él, veíamos vídeos que allá no podíamos ver... y te das cuenta de lo gran jugador y todo lo que fue. Nosotros allá teníamos con él un trato más cerca, más humano, siempre nos trató de primera y lo que hizo fue inculcarnos allá todo lo que él había aprendido acá”, opina Bridge. “Siempre estaba allí”, dice por su parte Liñán, “y yo creo que ha sido una pieza fundamental en nuestras categorías porque puso todo de sí para formarnos como jugadores y personas, nos metió esa pasión por el hockey y se nota porque los chicos mayores, cinco o seis años más, lo acabaron dejando todos y nosotros seguimos”. Castro, por su parte, le agradece todo lo que hizo para que él pudiera jugar en Estudiantil: “Mis padres no tenían para mantenerme en la ciudad y él me ofreció un lugar en el club, no me hacía pagar las cuotas... fue lo que me permitió seguir adelante y gracias a su ayuda pude seguir creciendo”.

Liñán: "Sigo hablando con él. Me había recomendado otra cosa, que antes de venirme que terminara de estudiar, pero no le hice caso. Él me pregunta cómo vamos, cómo están siendo los partidos y si sigo estudiando”.

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Es parte de la profunda huella de Martinazzo. Allí. “Había leyendas de que iba por las noches a jugar solo, con las luces apagadas, a la cancha central de Estudiantil”, dice Castro. “Una vez llegó a San Juan un mejicano que le gustaba mucho el hockey y cuando vio a Daniel se le iluminaron los ojos, casi como si estuviese viendo a un dios. Nosotros que lo veíamos todos los días... quizás no nos dábamos cuenta de lo que teníamos”, recuerda Liñán. Pero también dejó una enorme huella al otro lado del Atlántico, donde muchos siguen relacionando su nombre con el del Liceo. Un mito. El máximo goleador de la historia verdiblanca (661 tantos) y el emblema de una época dorada en la que el conjunto coruñés pasó de ser un pequeño equipo de colegio para convertirse en uno de los grandes de España y Europa. Salvando las distancias, evitando todo tipo de comparaciones y sin hablar de herederos o sucesiones, los tres recorren casi treinta años después sus pasos en A Coruña, viviendo el sueño de dedicarse al hockey sobre patines, alargando su legado y también el de Estudiantil. Curiosamente, de todos los argentinos que pasaron por el equipo liceísta desde Martinazzo, solo Raúl Monserrat y ahora los Bridge y Castro procedían de esa otra cantera verdiblanca.

Bridge: “Unos días antes de venir tuvimos una cena en el club y apareció Daniel. Le dije que me iba al Liceo y me deseó lo mejor porque venía a un club de grandes personas y que para crecer como profesional era lo mejor”.

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Poco a poco, los tres escriben su propia historia. Castro es el que lleva más años asentado en el filial, pero haciendo sus incursiones en el primer equipo. Suele ser el elegido por Juan Copa para completar la convocatoria cuando hay una baja —ha marcado dos goles en la máxima categoría, 12 este curso en la OK Plata— y forma parte del grupo de entrenamiento. También Bridge, portero titular del B, el tercero en la lista tras Carles Grau y Martín Rodríguez. Ignacio Liñán, por último, recién acaba de aterrizar en Compañía de María y ya es una pieza fundamental. Se verán las caras mañana —siempre y cuando Castro no sea convocado con el primer equipo para ir a Alcoy— por segunda vez. La primera cayó para el último con el triunfo colegial por 4-3.

Ignacio Liñán, Matías Bridge y Nanu Castro. Casteleiro/Roller Agencia

“Va a ser un partido complicado. El de la primera vuelta nos ganaron así que vamos a salir con el doble de ganas. Llegamos en una situación en la que estamos los dos necesitados de puntos”, analiza Bridge. “Será un partido duro, como el primero. Vamos a salir los dos con muchas ganas”, replica Liñán y Castro apuesta por el buen espectáculo para complacer al público: “El primer derbi que viví con el Liceo me impresionó mucho el ambiente”. En ese sentido se ha comparado muchas veces la ciudad con San Juan por el hecho de concentrar en poco espacio muchos equipos, infinitas pasiones. “Creo que A Coruña es más grande. En San Juan está Estudiantil, a tres calles Concepción... y por la calle te cruzas sí o sí con rivales”, apunta Liñán. Eso sí, para afición, la del Aldo Cantoni: “Vivimos allí el Mundial de 2011... y aquello es único”.

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