El Liceo se consolida como el club más laureado de Galicia con la conquista de su cuadragésimo tercer título oficial, la octava liga que se une a las anteriores celebradas en 1983, 1986, 1987, 1990, 1991, 1993 y 2013. Una nueva gesta para el club verdiblanco justo en el año en el que cumple medio siglo de vida, desde su fundación en 1972. Tardó una década en estrenar su palmarés. Fue en 1982 cuando abrió sus vitrinas para colocar sus dos primeros trofeos: la Copa del Rey (8-5 en la final contra el Reus, el mismo rival de ayer) y la Copa CERS, con victorias ante el Monza italiano tanto en la ida (12-4) como en la vuelta (6-8). Después de esos dos títulos llegarían otros 41 en las últimas 40 campañas, a más de uno por año de media. Un gen 100% ganador, cuyo mejor reflejo es ese palmarés de ensueño: 43 títulos. Y subiendo.

Hubo algunas épocas de sequía, pero el Liceo nunca dejó de ser un equipo ganador, capaz de sobreponerse a las adversidades para competir de tú a tú frente a rivales con muchos más recursos tanto en España como en Europa, sobre todo desde el cambio de milenio. Aprendió a reinventarse cada verano, nunca perdió la fe y siempre trató de competir hasta el final por todos los títulos, con humildad y sin bajar nunca los brazos. Son las principales señas de identidad de un club acostumbrado a dar alegrías a una afición verdiblanca siempre orgullosa de sus jugadores, competitivos y generosos en sus esfuerzos, más allá de que el resultado acompañe o no.

La primera liga, en 1983

Un año después de aquel histórico doblete, en 1983, llegó la primera liga verdiblanca. Muy sufrida, porque el equipo coruñés aventajó en un solo punto al todopoderoso Barça al término del campeonato, pero que supo a gloria porque significaba entrar de lleno en la superélite del hockey.

El acuerdo con Caixa Galicia como principal patrocinador permitió reunir durante unos gloriosos años en el Palacio de los Deportes de Riazor a varios de los mejores jugadores del mundo. El argentino Daniel Martinazzo encabezó aquel privilegiado grupo de deportistas que hizo vibrar a toda una ciudad. Él mismo pudo comprobar el enorme cariño que la afición siente hacia su figura el pasado mes de abril, cuando visitó A Coruña para asistir a la disputa de la Golden Cup.

Junto a Martinazzo brillaron de verdiblanco otros jugadores emblemáticos como Agüero, Areces, Alabart o Huelves, actual miembro de la directiva liceísta. Luego llegaron Fernando Pujalte y Alejandro Avecilla para seguir engordando el palmarés, que experimentó un salto de calidad con la conquista de la primera Copa de Europa en 1987. Luego llegarían otras cinco, la última hace justo una década, en 2012. El Liceo se había ganado todo el respeto del mundo del hockey no solo a nivel nacional y europeo, sino planetario. Lo demuestran sus cinco Intercontinentales, conquistadas en las ediciones de 1987, 1988, 1992, 2003 y 2012.

En los años 90 se especializó en llegar muy lejos en los torneos cortos. Así, ganó tres Copas del Rey consecutivas, entre 1995 y 1997, y también una Recopa, la de 1996, que se unió a la que ya había celebrado en 1990. Más y más títulos para seguir engordando el palmarés de un equipo cada vez más grande que vivió un momento especialmente mágico en 2003, conquistando la Copa de Europa ante su afición, en el Palacio. Al año siguiente, triplete —Copa, Supercopa de Europa e Intercontinental— antes de un paréntesis de seis años, entre 2004 y 2010, sin títulos. En 2009 regresa al banquillo Carlos Gil para sentar las bases de una nueva etapa de éxitos, con otras dos Copas de Europa (2011 y 2012) y otra liga (2013), la última hasta la conquistada ayer por el conjunto de Juan Copa.