El Dépor ha justificado su condición de local y con el paso de los años la balanza se inclina a favor de las alegrías en los derbis en Riazor, pero también ha habido reveses importantes. Los dos más recordados se produjeron en 1970 y en 1987. El primero supuso un descenso virtual para el conjunto coruñés. El grupo entrenado por Arsenio estaba en la lucha por salvarse y en plena remontada. Necesitaba ganarle a su eterno rival en Riazor para seguir en la pugna, pero aquella tarde cayó 1-0 con un gol de Rivera de falta y, a pesar de que se impuso en los dos últimos partidos de Liga, fue imposible dar caza a los equipos que le precedían en la tabla. La segunda gran desilusión en estos duelos supuso un golpe aún más duro. El Dépor iba lanzado en aquella Liga 86-87. Acabó segundo la fase regular, pero aquella temporada se inventaron los entes federativos un playoff de ascenso que acabó condenándole a seguir cinco años más en una categoría maldita para los blanquiazules. El duelo que lo estropeó todo fue un Dépor-Celta que acabó 0-1 tras un penalti de Antonio Dacosta a Alvelo que solo existió en la mente de Díaz Vega. La infracción fue claramente fuera del área y él la señaló dentro. Toda la tensión estalló en las gradas con unas imágenes que forman también parte del relato de los clásicos.