Caño, recorte y gol. Cabezazo desde el primer palo. Toque para empujarla a la red. Riazor asistió curioso y entusiasmado al espectáculo que le brindó el grupo de Natxo y, sobre todo, Carlos Fernández. Un futbolista en pleno florecimiento, de otra categoría. El Dépor es un equipo en todo el sentido de la palabra, le sobra experiencia, tiene dinamita arriba y encima disfruta de la guinda del sevillano. Crea, se le cae el fútbol de los bolsillos y ahora encima tiene gol. Todo. Sus tantos fueron un fiable muestrario de sus facultades, que a más de uno en la grada le remitieron a Diego Tristán. El '18' fue la llave para un duelo que el equipo coruñés tuvo que macerar ante un Elche respondón, que dará más de un disgusto en la categoría. Quinta victoria de la temporada. El equipo dormirá hoy en la segunda posición, plaza de ascenso directo a Primera. Aún es pronto, pero no está mal probar esa sensación y soñar con lo que queda por delante.

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El Dépor golea al Elche

Natxo sigue repartiendo juego con sus onces. Vicente, entre algodones, se quedaba en el banquillo. El canario llegaba justo y en teoría pocos partidos mejores para prescindir de él. Todos los focos en Krohn-Dehli y Edu Expósito. El guión del encuentro apuntaba a un Dépor avasallador, que debía ganar con comodidad y a un Elche al que le tocaba acudir a una de esas visitas al dentista de las que hablaba Caparrós. Nada más lejos de la realidad, según lo visto en los primeros minutos. Pacheta, siempre enfadado, traslada esa intensidad a sus jugadores. Le planteó un partido incómodo a Natxo. El Dépor estaba a contrapelo y en los primeros quince minutos tuvo que fajarse en un partido de alternativas. Carlos Fernández probaba a José Juan. Benja le daba trabajo a Domingos y a un Pablo Marí a gran nivel. Todo en el aire. El conjunto ilicitano jugaba a ráfagas juntando mucho sus líneas, ya fuese arriba o abajo. Había más partido del que cabría esperar.

Pasado el cuarto de hora, el Dépor le cogió el pulso. Subió líneas y obligó a su rival a un repliegue intensivo en el que se veía un especial interés por cerrar el juego interior blanquiazul. En esta tesitura, Carles Gil era capital y se mostraba activo. Interesantes minutos que no eran suficientes para quebrar el 0-0. Edu Expósito y Krohn-Dehli, más grises, a David Simón le costaba y Saúl no estaba tan certero con sus centros. Riazor aplaudía por la intención y la paciencia coruñesa elaborando fútbol, pero el muro ilicitano seguía en pie.

Y tuvo que ser a balón parado, una vía de ataque imprescindible en Segunda. Con una pantalla de Álex y centro de Krohn-Dehli, Carlos prolongaba de cabeza su idilio con el gol y con la portería de Pabellón. 1-0. Riazor estallaba, su equipo se lo merecía, a pesar de lo contestón que había salido su rival. Pudo hacer el segundo antes del descanso con un remate de espuela de Christian, también estuvo a punto de ver como le igualaban. Una venenosa cesión de Carles Gil (único lunar de un partido muy a tener en cuenta) a Dani Giménez creó innumerables problemas al meta y a la defensa coruñesa. La grada respiraba. A la caseta.

El Elche estaba decidido a dejar huella. A los pocos segundos de la reanudación ya estaba lanzando su primer saque de esquina; quería el empate. Hasta puso en el campo a Nino por un pivote. Al Dépor no le sobraba el intercambio, que el duelo estuviese más abierto. La gloria pudo haber sido para Carles Gil, pero estaba claro que esta noche era la de Carlos Fernández.

Su 2-0 es para enmarcar. Maneras algabeñas. Primero un caño, luego un recorte y el disparo dejó sin opción a José Juan. Nostalgia, palabras mayores. Riazor estalló. Por el golazo, por la tranquilidad, por ver cristalizar en algo grande a un equipo levantado desde las cenizas. Y todo sin Fede Cartabia, Vicente Gómez, Pedro Mosquera o Borja Valle.

El tercer gol en el que Carlos solo tuvo que empujarla tras una calamidad del guardameta bajó el telón del encuentro. Natxo reservó a Vicente, la grada degustaba la alegría. El encuentro bajaba tensión y ritmo. Edu se daba el lujo de lucirse con un caño, Carlos buscaba el cuarto y Christian y Borja Valle, el primero. El berciano disfrutó de esa sensación en su vuelta y casi consigue un doblete. 4-0. Hoy era día de fiesta y todo se querían apuntar. Han pasado unos meses que parecen una eternidad y todo ha cambiado en A Coruña. Del funeral al nacimiento de un equipo que quiere jugar en Primera División. A disfrutar.