El paso del tiempo y cierto punto de nostalgia acabaron por edulcorar la primera etapa de Emre Çolak en A Coruña. Nadie niega esos buenos meses que tuvo con Garitano cuando Babel hacía que todo encajase. Esos partidos arrolladores invitaron al deportivismo a pensar en un futuro que nunca se llegará a saber cuánto tenía de verdad y cuánto de anhelo. Finalmente, trampeó de destello en destello, muy esporádicos, la siguiente temporada y media, mezclándolo con algún desplante o desconexión. Y se fue de A Coruña con el descenso.

Nunca llegó a ser el jugador diferencial que se le presuponía, pero el hambre futbolística que había vivido el deportivismo en los últimos meses y el hecho de que bajase un escalón para jugar en Segunda realzaron su figura, hicieron pensar que este era el momento de limpiar la mancha de años atrás, de ser por fin el futbolista al que echarle el equipo al hombro y esperar a que todo fluyese.

Venía sin ritmo, pero aún lejos del 100% le debería llegar para marcar las diferencias. Le encumbró su gol al Racing, alimentado por esa expulsión que hay quien la perdona pensando que es un genio. Si era decisivo sin bajarse del bus, ¿de qué iba a ser capaz con tiempo, ritmo, minutos y confianza? Ese día tocó el cielo, y, desde entonces, nada o muy poco. La caída ha sido tan progresiva como anodina. Está claro que jugar en banda y hacer esfuerzos extra le pasan factura con la pelota. También es verdad que el equipo no genera el suficiente caudal ofensivo para alimentarlo. Todo es cierto, también forma parte de una previsible lista de coartadas. Gaku y Aketxe se han enfrentado al mismo balompié raquítico y, de una forma u otra, han aportado. El turco ha sido titular desde que llegó y en los dos últimos partidos ha jugado de enganche por el centro y con dos arietes. Donde y como él quería. Nada. Todos deseamos ser çolistas, que los jugadores de su perfil brillen, pero hace tiempo que se echa de menos un paso al frente por su parte. Personalidad. No solo esperar a que el viento a favor le lleve. Debe ponerle el pecho con fútbol.