Celta B03Deportivo

En el escenario en el que nunca hubiera deseado jugar, saca el Dépor la cabeza y presenta su candidatura a un ascenso para el que es probable que llegue demasiado tarde. Todo empezó y acabó ante el Celta B. Una vuelta de vía crucis que ofrece un equipo mejor al de hace cuatro meses. Exuberante por momentos, dominó todas las facetas del juego, incluida la eficacia para someter a un Celta B con un potencial incalculable. El grupo de Rubén de la Barrera es, por fin, un equipo. Mejor, peor, más o menos lustroso, pero un grupo que conoce sus virtudes y defectos y que tiene un plan que, salvo contingencia, ejecuta. Redondo. Miku fue el justiciero y la cabeza visible de un triunfo que se coció metros más atrás con Álex Bergantiños y Diego Villares, las verdaderas almas futbolísticas y emocionales de este renacido proyecto. Ahora toca ganar y rezar. Todo con pena por la tardanza, pero al menos con la sensación del trabajo bien hecho.  

En el medio de la fiesta celeste de la previa por el mal ajeno, el Dépor optó por la cabeza baja, la responsabilidad y poner el foco en el juego, en el fútbol. Cuanto más fiel fuese a su nuevo yo, menos iban a importar los mariachis, las bengalas, los ataúdes y, sobre todo, el Celta B. Un equipo punzante y con una calidad indudable que le iba a poner prueba, sin duda. A Rubén de la Barrera no le importó lo más mínimo ahondar en su apuesta por la solidez, por la transición y la presión arriba. A Mujaid, le sumaba la entrada de Uche en el lugar de Borja Galán para blindar la media, tener más margen para utilizar a Álex de bisagra y liberar a Raí. El Dépor cambiaba de piezas, no de ser. Seguía siendo él mismo en un escenario doloroso, pero sobre todo competitivamente adverso para cualquier conjunto de la categoría. Esa inmutabilidad era la mejor señal. Hay un camino.

El Depor le gana 0-3 al Celta B RCD

Su buena colocación, la inteligencia en la presión y ese punto extra en los duelos individuales fueron, en muchos momentos, una trampa para un Celta B que, truene, llueve o nieve, nunca renuncia a sacar la pelota desde atrás. Los coruñeses tenían, en cierta manera, el choque donde querían en el primer tramo, solo les faltaba una ocasión clara, ser más decisivos en los últimos metros. A pesar de algunos acercamientos, no fue capaz de conseguirlo en ese periodo. Buenas sensaciones, poco cuantificable. Y el Celta B, indemne, empezó a crecer, a descolgarse. En cuanto superaba líneas de presión, se asomaba con peligro. Pudo marcar Manu Justo en un cabezazo, hubo más ocasiones. Todas nacían del desequilibrio de Sergio Carreira, soberbio futbolista.

Y cuando el envite se asentaba en el intercambio, en el duelo de estilos, una recuperación y lanzamiento de contra de Álex empezó a mascar el primer golpe. Llegaba Keko a línea de fondo para dibujar un centro excelso que Miku remachaba a la red. 0-1. El Dépor respiraba, hasta festejaba, con la boca pequeña. Barreiro callaba. Cuando su rival empezaba a levantar las espadas para presentar guerra de verdad, los coruñeses le clavaban su primera estocada. Alivio.

¿Quién fue el mejor jugador del Dépor ante el Celta B?

  • 6
  • 16
  • 15
  • 81
  • 114

El filial celeste tampoco se arrugó, va en sus genes. Mandó un balón al palo casi de inmediato en un saque de esquina. El Dépor tampoco rehuía el intercambio. Miku acarició el 0-2 en una internada desde la banda. El equipo coruñés ganaba enteros, mientras su rival aguantaba el pulso. No tenía la pelota, dominaba el Depor. Y cuando ambos ya firmaban el descanso, un alto al fuego momentáneo, llegó un penalti innecesario en el descuento que rompió el duelo. 0-2. Tocaba irse a la caseta con un resultado un tanto excesivo para los méritos blanquiazules, pero real.

El Celta B no se entregó tras el paso por los vestuarios. Los cambios de Onésimo servían para mandar un mensaje y el empuje de su equipo en los primeros cinco minutos parecía seguir sus indicaciones. Pero de la escenificación a los hechos, hay un trecho. Era otra prueba para un Dépor que, en este minitest, también cumplió. Aguantó, achicó y pronto cogió la pelota y subió líneas. Con el avance de los minutos hasta empezó a defender con el balón, algo inaudito en los proyectos coruñeses de los últimos tiempos, fuese la categoría que fuese. Para frotarse los ojos. Otra de las sorpresas es que empezaba a perdonar ante la portería rival. Hace pocas semanas le costaba un mundo crear, ahora las regalaba.

El Depor le gana 0-3 al Celta B

Pero el tiempo de los obsequios llegó a su fin unos minutos más tarde. Una combinación entre Miku y Raí, nacida también de Álex, le sirvió al venezolano un balón en ventaja y dentro del área al que le pegó con toda el alma y con toda la malicia que le ha faltado a este equipo en ataque en muchos momentos de la temporada. 0-3. Su tanto era un premio al juego del equipo, a su empaque y prestancia. También un reconocimiento a Miku por su gran partido. Excelso en todas las facetas que se le piden a un delantero. Metió tres, sirvió más. Se hinchó.

Bastantes golpes se había llevado ya el filial y era un poco inevitable que bajase la guardia. No por intención, pero el baño de realidad había sido grande. El Dépor tampoco quiso ni pudo hacer sangre. Tuvo alguna ocasión para aumentar, pero llegó el carrusel de cambios, mientras el Dépor iba cambiando la altura de su defensa. Más arriba, más abajo. Todo estaba controlado. La temperatura de Barreiro también era ya helada, más allá de alguna frustración aislada y mal enfocada. El Dépor se presentaba en el sitio más desagradable, pero sale con su mejor traje para la fiesta del ascenso. Llegó para los bises e igual se acaba colando en un festejo mayor. ¿Quién sabe?