Para una remontada como la que vivió ayer Riazor se necesitan muchos ingredientes. Hace falta una dosis de fortuna y la atmósfera que la promueva, pero por encima de todo lo que se hace imprescindible es fútbol. El Juvenil deportivista lo tuvo y mucho para arrollar al Pogon Szczecin y darle la vuelta a una eliminatoria que se trajo perdida de Polonia.

Noel trata de controlar el balón. | // CARLOS PARDELLAS

Los canteranos de Manuel Pablo primero creyeron y después golearon a un rival impresionado por el escenario en el que se encontró. Riazor se les vino encima al mismo tiempo que una generación en la que el deportivismo tiene depositadas sus esperanzas de futuro los desarbolaba con su juego. La noche quedará en el recuerdo como una de esas citas mágicas e imperecederas que ya parecían lejanas.

El Deportivo necesitaba una de esas remontadas inolvidables y enseguida se propuso alcanzarla con una propuesta atrevida. Asfixió a los polacos, achuchados también desde la grada, con un planteamiento vertiginoso en el que no encontraron ni un respiro. Entre Víctor Guerra, Nájera y Mella arrinconaron en su área al equipo polaco, que a los cuatro minutos ya veía como los blanquiazules estrellaban un balón en el larguero.

Insistió el Juvenil en ese tramo inicial en explotar al tridente por detrás de Noel, amenazante como único delantero. La fórmula desubicó a la defensa del Pogon, desbordada por la velocidad de Mella y Víctor Guerra en las bandas y las apariciones en la segunda línea de Nájera. Tanto sufrían los polacos y tan perdidos se encontraban en el escenario imponente de Riazor que a los diez minutos se colaron un gol en su propia portería que llenó de argumentos al equipo de Manuel Pablo.

La mecha estaba prendida en busca de esa remontada casi imposible, que conforme fueron pasando los minutos se iba haciendo más y más real. Estaba noqueado el Pogon, desarbolado por un Mella que castigaba una y otra vez por el costado izquierdo. Incansable, el joven extremo trazaba jugadas que solo le faltaba culminar. Al filo de la media hora rozó el gol en un remate fallido, pero para entonces ya había demostrado por qué la dirección de la cantera decidió el curso pasado promocionarlo directamente desde los cadetes al Juvenil que se proclamó campeón de España. Es una joya que el Deportivo ha conseguido amarrar, como buena parte de esos canteranos identificadísimos con el club.

Al descanso, el equipo de Manuel Pablo había conseguido lo más complicado. La eliminatoria estaba igualada y se abría otro partido. Era uno nuevo, con el Deportivo en buena medida fundido por el esfuerzo de la primera mitad y los polacos hundidos por los tres golpes que le habían propinado los blanquiazules. El cansancio, sin embargo, dio alas a los visitantes, que empezaron a encadenar llegadas. Brais Suárez comenzó a aparecer con sus intervenciones y Manuel Pablo trató de que los suyos no se resguardaran demasiado sobre su área. Acertó el histórico excapitán con los cambios y refrescó a su equipo, que encontraría el premio final en el tanto de Padín en el descuento. El próximo capítulo de este Juvenil de ensueño será el 3 de noviembre ante el Maccabi Haifa israelí.

“Lo he disfrutado muchísimo; se han dejado la vida”

Manuel Pablo reconoció ayer después de la histórica remontada de su equipo lo mucho que disfrutó desde el banquillo. El histórico capitán deportivista, ahora entrenador del Juvenil, destacó el esfuerzo de sus jugadores para darle la vuelta a la eliminatoria. “Lo he disfrutado muchísimo. Todos se han dejado la vida y han acabado muertos”, subrayó. “Solo había que prender la mecha para que Riazor estallara”, añadió el técnico del Juvenil sobre el ambiente en el estadio ayer.